OCTAVIO CAMPA
Para poder dialogar con mayor eficacia del crecimiento requerido en Nayarit, es inevitable hablar de desarrollo cultural; única condición social que permite transformar paradigmas y revalorar el significado de los símbolos que nos identifican.
Durante casi un siglo, Nayarit ha transitado por las etapas inherentes a un Estado joven en pleno desarrollo y la suma de esas circunstancias, ha dado como resultado una enorme riqueza cultural. Sin embargo, no obstante de gozar de un pasado preponderante, y por lo tanto de una ancestral tradición cultural; para los nayaritas todo parece anquilosarse en lo que pudo haber sido y no fue. Los regímenes políticos del absolutismo relegaron el desarrollo cultural a lo puramente estético, y la sinergia de los acontecimientos dejaron como consecuencia un estatismo evolutivo en el rumbo de la identidad cultural.
Considerado para muchos como un lugar de paso entre Jalisco y Sinaloa, Nayarit se ha visto obligado a enfrentar un subdesarrollo marginal al propio. La pérdida de valores ha trastocado el seno familiar, principalmente por la desintegración que causa la migración, nacida de la desesperanza que genera la falta de oportunidades. ¿Pero cómo entender las oportunidades si no se les puede distinguir? ¿Cómo puede la mujer o el hombre tener claridad de pensamiento si no se tiene sustento cultural? ¿Cómo asumir nuevos retos si culturalmente seguimos culpando a la casualidad y no a la causa?
Concebirnos como una población dinámica, versátil y plural, es en principio, el sendero por el que debe transitar el proceso de identidad cultural. Es la ecuación conciente la que permite encontrar el justo equilibrio entre la tradición, la transición y la producción cultural.
Para darnos la posibilidad de alcanzar un efectivo crecimiento social, es importante enfocarnos en tutelar los elementos que nos identifican como cultura, difundir y promover el patrimonio cultural, tanto físico como humano, así como extender nuestros valores culturales entre la población más joven; ya que, involucrar no sólo como espectadores, sino como actores a la niñez y juventud, facilitará la formación de la personalidad creadora de las mujeres y hombres nayaritas.
La responsabilidad que le corresponde al Gobierno Estatal de contribuir en el proceso para el Desarrollo Cultural de Nayarit, es un compromiso permanente que no da tregua. Asumir esa responsabilidad es tarea urgente y por lo consiguiente inmediata.
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