Por: Luis Ignacio Palacios.
Existe en criterio generalizado en la población, y parte de ello se sustenta en pruebas fideidignas, en Nayarit, como en todo el país, la procuración y administración de justicia, atraviesa por una grave desconfianza de la sociedad, existe un malestar soterrado, gente que tiene que ver con ambas instituciones, acude estresada no tienen fe en dichas instituciones, ni en sus mandos, llámese policías investigadores, agentes del MP, jueces, secretarios ejecutores y magistrados.
Todos entran en la polla del descrédito social; y a ocho meses de la nueva administración, existen asignaturas ya acreditadas en la Procuraduría General de Justicia; conforme lo anunció a sus principales colaboradores al arranque de esta administración, Edgar Veytia, eficaz Procurador encargado del despacho, primero limpiaron la calle, es más que evidente el descenso de la criminalidad y sus impresionantes acciones intimidatorias de la sociedad.
El clima de seguridad se siente en la atmósfera citadina, la gente volvió a las calles, sobre todo por la noche, los bares, restaurantes y centros nocturnos dan cuenta de ello; y ahora, hace unos días se genera una nota que se le confirmó al escriba por los canales institucionales, de la misma PGJ salió, se despidieron a ocho agentes del Ministerio Público en funciones y que se encuentran “a prueba” otro número indeterminado de MP´s, sin que mediara la información de los motivos que sustentaron tal decisión ejecutiva del titular de esta dependencia.
El información se inicia en un periódico que tiene su página en la web, luego es replicado –tal cual su modus operandi- por el más destacado periodista de nota roja de la internet, con los blasones de tener su portal dos millones de visitas diarias; sin embargo, una mediana investigación nos indica que “ya nos contamos y aquí estamos todos..” me dijo un excelente amigo MP de manera festiva.
Lo que le gente quieres saber cuáles fueron los motivos que ameritaron la necesidad de la medida, darlos de baja es un lene castigo si se les encontró coludidos o negligentes en su delicada responsabilidad, o ¿existió negligencia, mala fe o inepcia? si no corresponde su trabajo a las duras exigencias de eficacia, pulcritud y moralidad que les impone el abogado Veytia; funcionan bien muchas áreas de la Procu, pero la unidad de prensa es deficitaria.
En la PGJ como todo sistema de servicios a la ciudadanía, se alimenta de causas y consecuencias, si muchos conocemos que algunas de las prácticas de investigación e implementación de las AP están torcidas y así fueron en el sexenio anterior que se premiaba la conducta negativa, es prudente profundizar en los correctivos que al inicio hicieron, corrieron al jefe de la pandilla de MP´s que dominaban la procuración de justicia a su antojo, empero, quedaron algunos de sus adláteres.
LOS QUEBRADEROS DE CABEZA DE PEDRO ANTONIO
He llegado al despacho del magistrado presidente, y en ocasiones le encuentro con el rictus de molestia, una especie de soterrada impotencia al no poder corregir los renglones torcidos de algunos jueces y magistrados, o ante la impronta de que los dilectos miembros del Consejo de la Judicatura luego de meses de pachorra, exoneran a jueces denunciados cuya calificativa inicial la Secretaría las ha calificado sus faltas como “graves” cuya prosecución amerita no solo la suspensión o cese, sino la consignación al MP por ejercicio indebido de funciones o peculado.
Es costumbre que en el poder judicial, “la ropa sucia se lava en casa” no tan antaño existían varios grupos de jueces que pujaban ante el TSJ para la confirmación de sus zonas de influencias y enclaves, los presidentes del Tribunal, casi todos sin carrera judicial, por obra y gracia del gobernador en turno, administraban de una u otra forma los intereses de los jueces, en donde hubo (o hay) de todo, como aquel que tenía un íntimo que ponía su despacho en cada cabecera municipal a dónde lo mandaran, ahí se llevaban los mejores negocios de éxito judicial.
Pedro Antonio Enríquez Soto, está haciendo el mejor de los esfuerzos por la dignificación del Poder Judicial; tiene la constancia y la fortaleza intelectual para asumir el cúmulo de tareas que se ha impuesto, aunque a la luz de los resultados, algunos de sus doctorados en derecho han acreditado su inexperiencia y su falta de tino para el cumplimiento de las responsabilidades que les ha asignado el CJ.
Todas las acciones de capacitación, de cursos de todo tipo, hasta de liderazgos empresariales se les han prodigado a esta gran familia de servidores públicos, sin embargo, pese al exageradamente aplaudido estudio que hizo la UT sobre los niveles de satisfacción de los usuarios de la administración de justicia, el asunto de la recomposición del poder judicial, hacia los nuevos paradigmas del derecho judicial, aún tienen tareas trascendentales por cumplir.
Muchos jueces, son apolegéticos del derecho, se reducen al purismo de la interpretación lineal de los procedimientos, según la materia y no asumen en absoluto, el impacto inmediato que generan las resoluciones judiciales no tan solo en las partes sub júdice, sino en el entorno social, en comunidades tan pequeñas como las cabeceras de los municipios, que focalizan el sentido de una sentencia cuando sus resultas son una soberana injusticia, falta de congruencia y equidad jurisdiccional.
La justicia, no puede ser ciega, los derechos y las garantías dice Luigi Ferrajoli, son “la ley del más débil”; el jurista -afirma el escriba- debe tener una función crítica y reconstructiva, para el progreso del orden jurídico y, lo más importante, del tejido social, corroído por las crisis profundas del derecho y de la legalidad, por la corrupción que envuelve a la política y a la administración pública.
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