Autor: ONDAcultural

  • Réquiem por una Ceiba

    Réquiem por una Ceiba

    Tepic, Nayarit. Esta noche-madrugada se llevó a cabo la tala de la ceiba muerta a causa de la construcción del paso a desnivel en la calzada de la Cruz. Elementos de Protección llevan a cabo maniobras. Es preocupante lo que está sucediendo con los árboles y con el desarrollo urbano en Tepic.

    El árbol sucumbió al impacto de las obras en 2009; muy probablemente la eliminación de raíces fue severa durante las excavaciones, lo que desembocó en una muerte lenta, gradual. Era un árbol sano, enorme, robusto, no merecía ese final.

    Fotos: Angélica Cureño

  • Juan Carrillo, nayarita triunfador

    Juan Carrillo, nayarita triunfador

    Juan Carrillo y Los Colochos ganan con ‘Mendoza’ el IV Certamen ‘Almagro OFF’

    El director mexicano, originario del estado de Nayarit, Juan Carrillo se ha impuesto en el IV Certamen para jóvenes creadores ‘Almagro OFF’ con ‘Mendoza’, una versión del Macbeth shakesperiano interpretada por los actores de la compañía Los Colochos.

    El jurado del certamen ha elegido por unanimidad este montaje, valorando el “soberbio” viaje por la antropología iberoamericana y su capacidad de reflejar, a través de un texto clásico, la realidad actual que se vive en México.

    La directora del jurado, Carme Portaceli, ha asegurado que “Mendoza, remueve y conmueve” y ha realzado la importancia de este tipo de espectáculos críticos y reflexivos sobre la realidad que nos rodea.

    Acompañado por el equipo artístico y técnico del montaje, Juan Carrillo ha mostrado su agradecimiento al jurado por un galardón que les hace regresar a México “con ganas de seguir luchando” para continuar haciendo teatro.

    ‘Mendoza’ es una adaptación libre de la obra de Shakespeare que traslada al lenguaje mexicano y al contexto revolucionario de principios del siglo XX esta historias de traición, ambición y poder.

    El fallo del jurado también ha elegido tres menciones especiales a los montajes ‘La cena del rey Baltasar’, por su revisión atrevida y contemporánea de un acto sacramental; a ‘L’Amphiteréàtre sanglant’, por su cuidada escenificación al estilo barroco de un texto desconocido, y a ‘El caballero de Olmedo (el de Lope no, el otro)’, por su brillante apuesta por la comedia.

    La directora del Festival de Teatro Clásico de Almagro, también miembro del jurado, Natalia Menéndez, ha destacado la calidad de las propuestas que han concurrido al certamen que “ha sido el más interesante” de todas las ediciones.

    El certamen ‘Almagro OFF’ es una iniciativa puesta en marcha por el Festival de Teatro Clásico de Almagro para ayudar a los jóvenes creadores y potenciar las nuevas miradas hacia los clásicos.

    Como parte del premio, la obra volverá a representarse en el teatro municipal de Almagro jueves 24 y viernes 25 de julio.

    coclochos

     

  • Breve entrevista con Alí Chumacero

    Breve entrevista con Alí Chumacero

    Guardar Silencio: Breve conversación con Alí Chumacero.

    Por: Armando Alanís Pulido.

    Alí Chumacero nació en Acaponeta, Nayarit, en julio de 1918, su obra poética es muy breve, sólo escribió tres libros: Páramo de sueños (1944) , Imágenes desterradas (1948) y Palabras en reposo (1956); hace algunos años una encuesta entre poetas mexicanos lo colocó como el poeta (en ese entonces) vivo más importante del país pero ¿cómo abordarlo sin que la conversación parezca un regreso melancólico? Pensé que sus poemas estaban recién escritos, me hice esa idea y cuando los leía en silencio fui interrumpido por el silencio, cual metáfora resistente del mismo Alí, y entendí que de eso precisamente era de lo que quería hablar, de sus palabras reposadas, las palabras que han estado en reposo desde hace cincuenta.

    ¿Quién trabaja con la palabra también trabaja con el silencio?

    El silencio contribuye a darle ciertos tonos, cierto matiz a lo que se está diciendo, el silencio no es solamente decir ya me cansé de estar hablando, se debe de aprovechar para que en la poesía forme parte de todo el contenido o de toda la forma.
    Hay dos aspectos: el silencio dentro del poema y el silencio dentro del poeta, que es la actitud del poeta. Es pues el silencio una manera de abordar la emoción, curtirla, intensificarla incluso; tiene que formar parte de la poesía como un cambio entre un sonido y otro en la música, como un blanco y un negro en la pintura o una inmovilidad de pronto en la danza.

    Dignifica más el silencio a un poeta….

    Ni lo dignifica ni lo desgracia, simplemente nos hace ver que uno además de asistir al escándalo, puede acceder a la reflexión y a la vida introvertida.

    ¿No le da tentación la hoja en blanco?

    Yo decidí ya no escribir nada, ya he dicho todo lo que tenía que decir, fui un poeta celebrado cuando apareció “Poema de amorosa raíz” después cuando yo estaba en el más tenebroso de los olvidos, Marco Antonio Campos practicamente me descubrió, yo creo que la poesía es para unos cuantos, está al alcance de todos pero es para unos cuantos.

    Usted lee distinta poesía porque, digamos que está añejada pero ¿cree que de algún modo la realidad cambia al poema con el tiempo?

    Un poema es un ser vivo, el poema que hizo Quevedo que yo leo ahora seguramente no tiene el mismo significado que tuvo y que tendrá, yo hago un poema y no todos leen lo que yo quise decir, el poema tiene un valor en si mismo que te da la posibilidad de que cada cual tenga frente a él una realidad diferente, aunque hay versos resistentes, versos eternos…

    El verso eterno de Alí, ¿cuál sería?

    “…ya éramos tú y yo”, lo escribí a los dieciocho.

    ¿De que está convencido?

    De que el poeta no se hace, el poeta nace, tiene una sensibilidad innata que le viene del inconsciente colectivo, el poeta capta las cosas de otra manera y les da la vida porque la poesía es una realidad en sí, como ya te lo había dicho, el poema no conduce a nada, no lleva a nada, en sí mismo se encierra, se quema, es una llamarada, la perfección misma de la expresión, insisto, la poesía es un arte independiente donde la realidad no es precisamente algo indispensable, no quiere decir que la poesía sea aérea, quiere decir que en sí misma se consume, se hace, se realiza, en la poesía la forma es el contenido y eso lo deben de entender los poetas jóvenes, que en México han proliferado terriblemente y eso es bueno.
    ¿Sabes que hago yo? Los vigilo.

     

  • Poemas de Alí Chumacero

    Poemas de Alí Chumacero

    Hay Chumacero12 (EDITOR)“…Porque el tacto ilumina tu desnudo
    que a su trémulo encuentro se ha mudado
    en sal, paloma, vuelo, rosa y llama…”

    Poemas Chumacero Ali

    Anestesia Final

    La muerte bajo el agua
    y la noche navega lentamente.
    Herida va mi sangre,
    más ligera que el sueño
    y el despertar sediento del inicial recuerdo.
    Una mortal navegación a oscuras,
    marítimo dolor, cristal amargo;
    un estar descendiendo
    sin encontrarse asido,
    como un río que fuera de los pies a las manos
    junto al sopor nocturno;
    un tornar las cortinas de la sangre,
    la boca atropellada de silencios,
    como si labios húmedos
    cayeran en mi huella
    deletreando ausencia entre las manos.
    ¿Quién asciende hasta el último suspiro?
    ¿Quién bebe la cicuta del agua entre la muerte?
    ¿Quién destroza el silencio?
    ¿Quién en silencio vive?

    Dejo flotar mi piel
    a través del cristal en que me ahogo
    como espejo en la noche,
    más delgada mi sangre y mis nervios al aire:
    esfuerzo que me hunde en lo destruido,
    voraz calor que me devora.
    El sonido, ah cómo sabe a río,
    urdido como estrellas apenas presentidas,
    resbala por la piel de mis espaldas
    cuando descubro, trunco,
    el tallo derrotado en que me creo;
    su beso es el comienzo de la muerte,
    el negro navegar
    y la escala sin brazos.
    Me hundo en un océano de yodo;
    sabor de invierno lecho en selva de mi carne,
    cazadora nocturna,
    que herida ya en su forma
    descúbrese en dolor adormecida.
    Así me voy perdiendo cercado en mis contornos,
    cercano a mi silencio
    cuando navego en aguas de la muerte.

    Alejandro Zenker

    El viaje de la tribu

    Otoño sitia el valle, iniquidad
    desborda, y la sacrílega colina al resplandor
    responde en forma de venganza. El polvo mide
    y la desdicha siente quien galopa
    adonde todos con furor golpean:
    prisionero asistir al quebrantado círculo
    del hijo que sorprende al padre contemplando
    tras la ventana obstruida por la arena.
    Sangre del hombre víctima del hombre
    asedia puertas, clama: “Aquí no existe nadie”,
    mas la mansión habita el bárbaro que busca
    la dignidad, el yugo de la patria
    interrumpida, atroz a la memoria,
    como el marido mira de frente a la mujer
    y en el cercano umbral la huella ajena apura
    el temblor que precede al infortunio.

    Hierro y codicia, la impotente lepra
    de odios que alentaron rapiñas e ilusiones
    la simiente humedece. Al desafío ocurren
    hermano contra hermano y sin piedad
    tornan en pausa el reino del estigma:
    impulsa la soberbia el salto hacia el vacío
    que al declinar del viento el águila abandona
    figurando una estatua que cayó.

    Volcada en el escarnio del tropel
    la tarde se defiende, redobla la espesura
    ante las piedras que han perdido los cimientos.
    Su ofensa es compasión cuando pasamos
    de la alcoba dorada a la sombría
    con la seguridad de la pavesa: apenas
    un instante, relámpago sereno cual soldado
    ebrio que espera la degradación.

    De niños sonreímos a la furia
    confiando en el rencor y a veces en la envidia
    ante el rufián que de improviso se despide
    y sin hablar desciende de la bestia
    en busca del descanso. El juego es suyo,
    máscara que se aparta de la escena, catástrofe
    que ama su delirio y con delicia pierde
    el último vestigio de su ira.

    Vino la duda y la pasión del vino,
    cuerpos como puñales, aquello que transforma
    la juventud en tiranía: los placeres
    y la tripulación de los pecados.
    Un estallar alzaba en la deshonre
    el opaco tumulto y eran las cercanías
    ignorados tambores y gritos y sollozos
    a los que entonces nadie llamó “hermanos”.

    Al fin creí que el día serenaba
    su propia maldición. Las nubes, el desprecio,
    el sitio hecho centella por la amorosa frase,
    vajilla, aceite, aromas, todo era
    un diestro apaciguar al enemigo,
    y descubrí después sobre el naufragio tribus
    que iban, eslabones de espuma dando tumbos
    ciegos sobre un costado del navío.

     

    Monólogo del viudo

    Abro la puerta, vuelvo a la misericordia
    de mi casa donde el rumor defiende
    la penumbra y el hijo que no fue
    sabe a naufragio, a ola o fervoroso lienzo
    que en ácidos estíos
    el rostro desvanece. Arcaico reposar
    de dioses muertos llena las estancias,
    y bajo el aire aspira la conciencia
    la ráfaga que ayer mi frente aún buscaba
    en el descenso turbio.
    No podría nombrar sábanas, cirios, humo
    ni la humildad y compasión y calma
    a orillas de la tarde, no podría
    decir “sus manos”, “mi tristeza”, “nuestra tierra”
    porque todo en su nombre
    de heridas se ilumina. Como señal de espuma
    o epitafio, cortinas, lecho, alfombras
    y destrucción hacia el desdén transcurren
    mientras vence la cal que a su desnudo niega
    la sombra del espacio.

    Ahora empieza el tiempo, el agrio sonreír
    del huésped que en insomnio, al desvelar
    su ira, canta en la ciudad impura
    el calcinado són y al labio purifican
    fuegos de incertidumbre
    que fluyen sin respuesta. Astro o delfín, allá
    bajo la onda el pie desaparece,
    y túnicas tornadas en emblemas
    hunden su ardiente procesión y con ceniza
    la frente me señalan.

    Mi amante

    Alejandro Zenker2Desnuda, mi funesta amante
    de piel vencida y casta como deshabitada,
    sacudes sobre el lecho voces
    y ternuras contrarias a mis manos,
    y un crepúsculo escucho entre tu cuerpo
    cuando al caer en ti agonizo
    en un nacer marchito, sin el duelo
    comparable al temor de tu agonía.

    Contigo transparento la caída
    de un alud o huracán de rosas:
    suspiros de manzanas en tumulto
    diciéndome que el hombre está vencido,
    confuso en amarguras y vacías miradas.
    En ti respondo al mundo, y en tu cuerpo
    respiro ese sabor de los sepulcros;
    una noche no más, y tu mirada
    persiste, implora y vence entre mis ojos,
    decidida a una lucha prolongada
    donde el recuerdo se convierte
    en esa aérea languidez del pensamiento,
    como materia de tus ojos mismos.

    Lloras a veces arrojando
    fúnebres aguas de perfume ciego,
    como si desprendida de una antigua idea
    vinieras hasta mí, tan clara
    como un ángel dormido en el espacio,
    a dejar evidencia, luz y vida;
    y en tus lágrimas miro surgir tu suave piel
    como si en ellas prolongaras
    o hicieras más probable tu existencia,
    derramando el aroma de tu sueño
    sobre esta soledad de tu desnudo.

    Muerte del hombre

    Si acaso el ángel desplegara
    la sábana final de mi agonía
    y levantara el sueño que me diste, oh vida,
    un sueño como ave perdida entre la niebla,
    igual al pez que no comprende
    la ola en que navega
    o el peligro cercano con las redes;
    si acaso el ángel frente a mi dijera
    la ultima palabra,
    la decisión mortal de mi destino
    y plegando las alas junto a mi cuerpo hablara,
    como cuando el rocío desciende lento hacia la rosa
    al dar el primer paso la mañana,
    ya miraría en mi sangre
    el negro navegar, la noche incierta,
    el pájaro que sufre sin sus alas
    y la más grave lentitud: la muerte.
    Aun cerca de la íntima agonía
    estás, oh muerte, clara como espejo;
    más abierta que el mar,
    más segura que el aire que entró por la ventana,
    más mía y más ajena
    por mi sangre y mis brazos
    en esta soledad.
    Estás tan fértil como niño
    que, angustiado, llora antes de ser,
    entre la sangre siendo
    y por la piel más vivo que la piel;
    te llevo como árbol, tierra y cauce,
    y eres la savia pura,
    la flor, la espuma y la sonrisa,
    eres el ser que por mi sangre es
    como la estrella ultima del cielo.

    Si acaso el ángel sigiloso
    abriera la ventana
    te miraría salir interminablemente
    como un tiempo cansado
    hacia su sombra vuelto,
    como quien frente al mundo se pregunta:
    “¿En qué lugar está mi soledad?”

    Si acaso el ángel me mirara,
    abierta ya la niebla de mi carne,
    sin nubes, sin estrellas,
    sin tiempo en que mecer la luz de mi agonía,
    encontraría tan sólo a ti, oh muerte,
    llevándome a tu lado, fiel;
    te encontraría tan sola a ti, sin mí,
    ya sin cuerpo ni voz,
    sin angustia ni sueños,
    te hallara entonces pura, oh muerte mía.

    Mujer deshabitada

    AlejandroZenkerDe rosa y canto saturada,
    contra el origen de tu ser sublevas
    un recuerdo de labios naufragando
    y la temida enemistad
    de presuroso y fugitivo aroma,
    bajo el silencio idéntico
    a tu inútil sosiego de virgen desolada.

    Mudas fueras al tiempo, pero sabes
    dejarte abandonada y te sometes
    como la flor al mar,
    igual que entre los labios vuela el canto,
    e insiste sobre el mundo tu fatiga,
    la dura soledad de tus sentidos,
    suma de amor y lágrimas que mi latir inundan
    de este vano sentirte agonizando.

    Opones sólo amor y te conserva
    la esperanza invencible de mi cuerpo,
    como si al derrumbarte
    cuando cierras los ojos y en ti misma
    soportas la caricia que en inmóvil te torna,
    entonces navegaras a mí y te defendieras,
    ya sin saber de ti,
    deshabitada flor y canto destrozado,
    rescatada del mundo
    y hecha estatua abatida en un invierno.

    Ola

    Hacia la arena tibia se desliza
    la flor de las espumas fugitivas,
    y en su cristal navega el aire herido,
    imperceptible, desplomado, oscuro
    como paloma que de pronto niega
    de su mármol idéntico el estío
    o el miedo que en silencios se apresura
    y sólo huella fuese de un viraje,
    melancólica niebla que al oído
    dejara su tranquilo desaliento.
    mas el aire es quien fragua, sosegado,
    la caricia sombría, el beso amargo
    que al fin fatigará el oculto aroma
    de la arena doliente, deseosa,
    ávida, estéril sombra pensativa,
    cuerpo anegado en un cansancio oscuro
    sometido al murmullo de aquel beso.

    Hermosa así, desnuda, ya no es
    la carne iluminada cual la flecha
    que en el viento describe lujuriosa
    el temblor que después ha de entregar;
    ni es la boca ardiente, enamorada,
    insaciable al contacto, al beso ávida
    como profundo aroma silencioso;
    Ni la pasión del fuego hacia el aliento
    destruyendo lo inmóvil de la sombra
    para precipitarla en lo que ha sido,
    sino que, ya ternura del cautivo
    que sabe dónde amor le está esperando,
    quiebra su forma, pierde su albedrío
    y en un instante de candor o ala
    ahogada en un anhelo suspendido,
    como ciega tormenta despeñada
    abandónase al cuerpo que la acosa
    y a su encuentro es caricia, oscura imagen
    de rudo impulso convertido en plumas
    o tinieblas perdidas para siempre,
    y sabe cómo al fin la arena es tumba,
    frontera temblorosa donde se abren
    las flores fugitivas de la espuma,
    resueltas ya en silencio y lentitud.

    Poema de alta flor

    Y cuando el viento sea flor marchita,
    y la noche no viva sino en puro recuerdo;
    cuando el silencio reine
    y descienda implacable sobre lunas y estrellas.

    Y cuando sólo quede la ceniza
    de todo aquello que fue luz, montaña y sombra;
    al final de los límites vertidos en los seres;
    más allá de los tiempos.

    Cuando esté la esperanza destruida
    y los ángeles mudos perdidos para siempre,
    y el agua tan exigua que ni Dios beberá;
    después de esto, después.

    Cuando el rosal se halle en plena muerte,
    perdidas en la nada las sendas y las flores,
    y aunque el dolor y el ser no sean más que sueño,
    seremos todavía.

    Poema de amorosa raíz

    Antes que el viento fuera mar volcado,
    que la noche se unciera su vestido de luto
    y que estrellas y luna fincaran sobre el cielo
    la albura de sus cuerpos

    Antes que luz, que sombra y que montaña
    miraran levantarse las almas de sus cúspides;
    primero que algo fuera flotando bajo el aire;
    tiempo antes que el principio.

    Cuando aún no nacía la esperanza
    ni vagaban los ángeles en su firme blancura;
    cuando el agua no estaba ni en la ciencia de Dios;
    antes, antes, muy antes.

    Cuando aún no había flores en las sendas
    porque las sendas no eran ni las flores estaban;
    cuando azul no era el cielo ni rojas las hormigas,
    ya éramos tú y yo.

    Poema donde amor dice…

    Alejandro_Zenker_103Eres el tallo que los ojos hiere
    murmurando una luz anochecida;
    eres aliento encadenado al fuego,
    paloma navegando en la mirada
    con inocencia de disuelto aroma.

    Eres perfume espeso, flor vencida,
    caricia de un aroma enamorado;
    eres espacio donde se origina
    un oscuro gemido prisionero,
    como latido de ala en el rocío.

    Eres lenta penumbra que los labios
    cruza en silencio; apenas leve huella
    de un sabor a la sombra derramado;
    espuma prisionera en su cristal,
    hecha sonido, luz, aroma y pluma.

    Eres tal un murmullo transparente
    en temblorosa vibración vertido;
    eres flor de aire que navega incierta
    como sonoro viaje hacia el oído
    o aleteo herido de azucena.

    Eres aroma preso entre mis manos
    hasta decir caricia fugitiva;
    una huida paloma sobre el cuerpo,
    al contacto del mío temblorosa,
    bajo el cálido vuelo de mi tacto.

    Mas cruzas como un sueño desnudado,
    fugaz como el correr del agua pura;
    sueño que se desborda de su forma,
    última espuma que en tu piel murmura
    la postrera fatiga del deseo.

    Sólo un aroma erige la blancura
    o aurora de tu voz acariciada,
    así de alba es la antigua ola
    que urdida en sal y caracol asciende
    y después en afán queda anegada.

    Así también mis labios en silencio
    reciben el murmullo de tu piel,
    al oír a las alas de tus poros
    convertirse en alientos y gemidos
    y en un suave sudor de flor tranquila.

    Entonces ya no labios, sino oídos
    ardientes para asirte y contemplarte,
    como a estatua bañada por la música
    de una tristeza o ángel deslizado
    que mordiera tu imagen silenciosa.

    Porque el tacto ilumina tu desnudo
    que a su trémulo encuentro se ha mudado
    en sal, paloma, vuelo, rosa y llama,
    y oye cómo por tu piel florece
    y madura la sombra de la muerte.

    Realidad y sueño

    Alejandro ZenkerNáufrago de mi propio sueño,
    como si transportara en la flor de los labios
    el silencio desnudo,
    más que la sangre muda de hospital
    muerta en el abandono;
    con la tristeza del que viaja
    por un aire sin viaje,
    reducido al silencio
    bajo un olor de rosa no pensada,
    cuando el jardín no sabe
    si la flor es un sueño
    o la esperanza presentida;
    fijo en mis latitudes
    con el límite sueño entre las manos,
    en su cauce la sangre detenida
    y el temor de que llegue hasta mi tacto
    la presión más efímera
    o la más fina flor ya derribada;
    límite y carne, sueño ilimitado
    bajo la sábana, tan blanca,
    por la que corre sangre
    como la vena rota
    en la piel de una virgen;
    amigo de mí mismo
    igual al hombre que presiente
    la altura de su sombra
    a la hora del último camino,
    cara al ángel que viaja hacia mi encuentro
    con la blancura íntima del niño aún no nacido,
    me recuesto en mis venas
    doloroso y sediento, sin mis nervios
    ni el recuerdo inicial,
    aquel primer encuentro con la muerte
    tan clara, pura y sombra.
    Siento que un mar lejano,
    hundido como puerto bajo niebla,
    hasta mí llega, cuando poso mi mano ávida
    sobre el temor de mi sombría piel,
    igual que un río inmóvil camina por los campos,
    y de la sombra de mi aliento,
    lento y desnudo, fiel a mi destino,
    con mi sangre en el hielo,
    más fría que la estatua bajo el agua,
    con el frío en las manos
    y la desnuda voz enmudecida,
    hacia mi sombra vuelvo,
    retorno a mi naufragio.

    Responso del peregrino
    YO

    Yo, pecador, a orillas de tus ojos
    miro nacer la tempestad.

    Sumiso dardo, voz en la espesura,
    incrédulo desciendo al manantial de gracia;
    en tu solar olvida el corazón
    su falso testimonio, la serpiente de luz
    y aciago fallecer, relámpago vencido
    en la límpida zona de laúdes
    que a mi maldad desplega tu ternura.

    Elegida entre todas las mujeres,
    al ángelus te anuncias pastora de esplendores
    y la alondra de Heráclito se agosta
    cuando a tu piel acerca su denuedo.

    Oh, cítara del alma, armónica al pesar,
    al luto hermana: aíslas en tu efigie
    el vértigo camino de Damasco
    y sobre el aire dejas la orla del perdón,
    como si ungida de piedad sintieras
    el aura de mi paso desolado.

    María te designo, paloma que insinúa
    páramos amorosos y esperanzas,
    reina de erguidas arpas y de soberbios nardos;
    te miro y el silencio atónito presiente
    pudor y languidez, la corona de mirto
    llevada a la ribera donde mis pies reposan,
    donde te nombro y en la voz flameas
    como viento imprevisto que incendiara
    la melodía de tu nombre y fuese,
    sílaba a sílaba, erigiendo en olas
    el muro de mi salvación.

    Hablo y en la palabra permaneces.
    No turbo, si te invoco,
    el tranquilo fluir de tu mirada;
    bajo la insomne nave tomas el cuerpo emblema
    del ser incomparable, la obediencia fugaz
    al eco de tu infancia milagrosa,
    cuando, juntas las manos sobre el pecho,
    limpia de infamia y destrucción
    de ti ascendía al mundo la imagen del laurel.

    Petrificada estrella, temerosa
    frente a la virgen tempestad.

    II

    Aunque a cuchillo caigan nuestros hijos
    e impávida del rostro airado baje a ellos
    la furia del escarnio; aunque la ira
    en signo de expiación señale el fiel de la balanza
    y encima de su voz suspenda
    el filo de la espada incandescente,
    prolonga de tu barro mi linaje
    -contrita descendencia secuestrada
    en la fúnebre Pathmos, isla mía-
    mientras mi lengua en su aflicción te nombra
    la primogénita del alma.

    Ofensa y bienestar serán la compañía
    de nuestro persistir sentados a la mesa,
    plática y plática en los labios niños.
    Mas un día el murmullo cederá
    al arcángel que todo inmoviliza;
    un hálito de sueño llenará las alcobas
    y cerca del café la espumeante sábana
    dirá con su oleaje: “Aquí reposa
    en paz quien bien moría”.

    (Bajo la inerme noche, nada
    dominará el turbio fragor
    de las beatas, como acordes:
    “Ruega por él, ruega por él…”)

    En ti mis ojos dejarán su mundo,
    a tu llorar confiados:
    llamas, ceniza, música y un mar embravecido
    al fin recobrarán su aureola,
    y con tu mano arrojarás la tierra,
    polvo eres triunfal sobre el despojo ciego,
    júbilo ni penumbra, mudo frente al amor.
    Óleo en los labios llevarás mi angustia
    como a Edipo su báculo filial lo conducía
    por la invencible noche;
    hermosa cruzarás mi derrotado himno
    y no podré invocarte, no podré
    ni contemplar el duelo de tu rostro,
    purísima y transida, arca, paloma, lápida y laurel.
    Regresarás a casa, y si alguien te pregunta,
    nada responderás: sólo tus ojos
    reflejarán la tempestad.

    III

    Ruega por mí y mi impía estirpe, ruega
    a la hora solemne de la hora
    el día de estupor en Josafat,
    cuando el juicio de Dios levante su dominio
    sobre el gélido valle y lo ilumine
    de soledad y mármoles aullantes.

    Tiempo de recordar las noches y los días,
    la distensión del alma: todo petrificado
    en su orfandad, cordero fidelísimo
    e inmóvil en su cima, transcurriendo
    por un inerte imperio de sollozos,
    lejos de vanidad de vanidades:

    Acaso entonces alce la nostalgia
    horror y olvidos, porque acaso
    el reino de la dicha sólo sea
    tocar, oír, oler, gustar y ver
    el despeño de la esperanza.

    Sola comprenderás mi fe desvanecida,
    el pavor de mirar siempre el vacío
    y gemirás amarga cuando sientas que eres
    cristiana sepultura de mi desolación.

    Fiesta de Pascua, en el desierto inmenso
    añorarás la tempestad.

    Alejandro Zenker1

    Retorno

    Donde estoy nada queda
    y existir es vivir en tu recuerdo,
    ver una luz atravesando
    el rumor arrancado de un cadáver,
    escuchar a pesar del miedo
    la palabra de un niño que gemía
    y tener en las manos un hálito, un temblor
    y un profundo lamento ensombrecido.
    Pensar en ti no es pensar
    con alguien o con algo
    sino hundirme en mí mismo y mi principio,
    como llegando a un extremo donde fluyen
    una tranquilidad de corazón roído,
    una amargura de rencor oscuro,
    un retornar al hombre desgarrado,
    y recordar que el pensamiento muere
    a través de ese tiempo que a ti te pertenece,
    sin más impulso que tu desamparo,
    como una prolongada enfermedad,
    como sonido que flotara en un abismo.

    Y todo vive inútilmente:
    adonde miro allí me encuentro
    en vano espejo de mi soledad,
    con simulado rostro de Narciso
    o humo que pretende conservarse;
    hallo sólo tinieblas
    y empiezo a caminar por dentro de mi cuerpo,
    y aquí te palpo y me maldigo
    porque vuelves a ser, pero en recuerdo.

    Vivo ahora contigo y nada turba
    la posesión del tiempo en que viviste,
    y nada ha de cambiar mi pensamiento
    cuando pensar en ti es contemplar
    mi propia voz por sueños invadida
    y dolerme de haber creído en mí
    como en algo que existe fuera de todo tiempo,
    de mí mismo nutrido,
    seguro de mi voz.

    Amarte hoy sería desertar,
    huir del odio que por mí acreciento
    bajo el latido de mi corazón;
    fuera negar la luz que al rumor sobrevive,
    o afirmar que la flor
    no crecerá jamás en mis entrañas
    con un sabor de imagen prolongada
    a través de la carne,
    sobre el silencio húmedo del túmulo
    de esta mi soledad que resucita y me regresa
    al desierto en que siempre había creído.


     Fotografías de Alejandro Zenker


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  • Festival Nacional de Folklor en Nayarit

    Festival Nacional de Folklor en Nayarit

    5° FESTIVAL NACIONAL DEL FOLKLOR “JAIME BUENTELLO BAZAN NAYARIT 2014

    La Fundación Cultural Decanos de la Danza Profesor Jaime Buentello Bazan A.C.” invita gentilmente a disfrutar su festival de danza 2014, revisa aquí la programación día a día.
    Todas las jornadas son gratuitas, a excepción del día 28 de julio que tiene una cuota de recuperación de $50.00