IMÁGENES POÉTICAS DE ALÍ CHUMACERO.

Por: Carlos Martínez Plata

Alí Chumacero, nacido en Acaponeta, Nayarit el 9 de julio de 1918.

104o. Aniversario de su Nacimiento.

Cuando hayas terminado, mira este muro ardiente donde la bestia cumple su reposo

(Losa del desconocido. Alí Chumacero)

INTRODUCCIÓN

La crítica hacia Alí ha referido que su poesía enarbola con decoro la estética de las letras, elevándola a la perfección; y que para entender sus metáforas se requiere de lecturas sin prisa; que es, liturgia de los misterios cotidianos como el amor, causa de placer y desilusión; sueño doliente, oscuridad y desolación, soledad, vida, muerte y renacimiento. Antes muy antes, eternidad que nos envuelve.

Sus primeras imágenes poéticas aparecen en Páramo de sueños (1940), le siguen Imágenes desterradas (1948) y Palabras en reposo (1956); tiempo después se congregan en Poesía completa (1980).

Participa con estudios de crítica y ensayos literarios, labor editorial, más con sus poemas, en diferentes revistas y diarios: Estudiantina y Nueva Galicia (Guadalajara, 1936), Letras de México (1937- 1947), Tierra Nueva (1940-1942); El hijo pródigo (1943-1946), entre otros.

Como editor, coordinador de obras completas, prologador y revisor de textos podemos mencionar su participación en trabajos literarios de Alfonso Reyes, Mariano Azuela, José Gorostiza, Xavier Villaurrutia, Gilberto Owen, Efrén Hernández, Jorge Cuesta; Ángel del Campo –Micrós-, Juan Rulfo, Andrés Henestrosa y Octavio Paz. Compila Poesía en Movimiento al lado de Octavio Paz, José Emilio Pacheco y Homero Aridjis.

Para cumplir con el tema de nuestra disertación IMÁGENES POÉTICAS DE ALÍ CHUMACERO, trataré de penetrar en la dureza de sus versos marmóreos, en quien con pulcro lenguaje goza del placer de reconstruir las cenizas; de dar luz a la sombra, a la desolación de la imagen que ya es polvo; para Alí en la poesía lo esencial es vivir las palabras en toda su virginal plenitud de sentido y plasticidad: la intuición se eleva sobre

la comprensión, la imagen sobre el concepto; “el poeta es un ruiseñor en la sombra” (Johannes Pfeiffer).

En esta primera estampa. de cinco a comprender, refiero breves imágenes de lo que sobre el tema, descubren sus críticos:

Evodio Escalante y Marco Antonio Campos: Sus imágenes se bifurcan en asociaciones complejas, encadenadas en largas frases sinuosas, aunque bien vertebradas; un recinto cerrado poblado de fantasmas y de imágenes reencarnadas, en el que al final sólo yacen “palabras en reposo”.

Dolores Castro: Sus palabras en el discurso, en el diálogo, en la nota o el poema, son intensas: lúcidas en el sueño, soñadoras en la realidad, siempre fluyentes entre lo tangible y lo imaginario: lo pretérito que no ha perdido aroma y consistencia y lo presente, ya casi futuro.

Elías Nandino: Es increíble como este hombre trabaja el idioma, lo adelgaza, lo transparenta, lo fugitiviza y con su apariencia dibuja lo inasible, lo etéreo, lo que fue y ya no será. Es perfección, luz y sombra, línea y vacío. Lo que no es y puede ser. Lo que se ha perdido y se reencuentra.

José Emilio Pacheco: Ha transformado el fervor cotidiano en un canto que es biografía “de un mundo de fatiga” *…+ ha logrado que en cada verso las cosas den de sí el secreto entrañable que les infunde vida. Silencio y soledad son el marco propicio para que resuene la elocuencia sin énfasis de sus poemas y quebrante las tinieblas una luz que no enceguece sino ilumine.

Beatriz Saavedra Gastélum: En el poema de Alí se halla un eje y un designio para lo que no vemos, para lo que creemos azar o casualidad y que en realidad no es sino nuestra imaginación insuficiente. La poesía trabaja para Alí en lo contingente, lo oscuro y no notado, lo invisible.

PÁRAMO DE SUEÑOS (Primer libro, 1944, 26 poemas)

Aquí me encuentro oscuro e incorpóreo, sin un viento que cambie mi identidad continua, y luego me someto a su olvidado duelo de lágrimas calladas, (…) (Debate del cuerpo. Alí Chumacero).
Comentarios

Cae la rosa, cae/ atravesando el agua…/ clara, ingrávida, pura/ y las olas la cubren, la desnudan,…/ y asciende temblorosa… Y ya en esplendorosa flor, – escribe-: Cae más aún, cae/ más allá de su sabia,/ sobre la losa del sepulcro… En esa pérdida, en esa fugacidad de las cosas y del tiempo, surge la búsqueda. Alí nos ofrece en sus últimos versos de este poema, que la rosa significa el paso apesadumbrado y resiliente de la vida, que cae vencida sobre su propia mano en la suavidad de sábana mortuoria.

El comentario corresponde a A una flor inmersa, versos en plenitud de imágenes; ello, dentro de su primer libro PÁRAMO DE SUEÑOS.

En el poema de Ola, el aire herido desliza a la ola hacia la arena tibia embarcada sobre espumas fugitivas en su huida de la doliente melancolía que le embarga por el recuerdo de sombría caricia y de un beso amargo. La Ola, convertida ahora en imagen de la vida, abandona su cuerpo y sabe cómo al fin la arena es su tumba, /frontera temblorosa donde se abren/ las flores fugitivas de la espuma,/ resueltas ya en silencio y lentitud.

Morir y renacer en la eternidad, es tema frecuente en Alí, vivir sobre un mentido mundo consumidos en el Jardín de ceniza; en el que: somos desolación o cruel recuerdo,/ vacío que no encuentra mar ni forma,/ rumor desvanecido en un duro lamento de ataúdes.

Un vacío que nada delata que existamos; el amor, que llega a engendrar soledad y destrucción; y la poesía, que para Alí ahonda las heridas. Obsesiones que habrán de florecer en sus imágenes poéticas:

Vencidos
Igual que roca o rosa, renacemos
y somos como aroma o sueño tumultuoso
en incesante amor por nuestro duelo;
fugitivos sin fin que el rostro guardan,
mudos cadáveres precipitados
a una impasible tempestad;
y morimos en nuestras propias manos,
sin saber de agonías,
caídos descuidados al abismo,
a través de catástrofes en nuestro corazón dormidas, así tan simplemente, que al mirar un espejo hallamos dentro sombras silenciosas
o una paloma destrozada.
Porque nada delata que existamos en esta soledad del pensamiento,
y el olvido desciende hacia la tierra
como un equívoco de Dios,
dormida imagen donde en sueños
se martiriza por saberse bello;
porque es inútil la embriaguez
que nos cubre de olvidos contra el mundo cuando es la lentitud
y el sentirse arrojados sobre el lecho,
como el cesar y el impedir,
lo que alimenta nuestro amor
y el incansable continuar entre los hombres, del dolor de la carne enamorados.
Igual que rosa o roca:
crueles cadáveres sin agonía.

Y en Amor es mar:
Llegas, amor, cuando la vida ya nada me ofrecía (…) Nada había sin ti,
ni un sueño transformado en vida, (…)
Mas el mundo renace al encontrarte (…)
Olas de luz tu voz, tu aliento y tu mirada en la dolida playa de mi cuerpo;
olas que en mí desnúdanse como alas,
hechas rumor de espuma, oscuridad, aroma tierno, cuando al sentirme junto a tu desnudo
se ilumina la forma de mi cuerpo.
(…)

En Pensamiento olvidado el propio Alí confiesa que a veces ni él mismo llega a comprender lo que la emoción le dicta, ejemplo: ya que pensarte en mí no puedo,/ dejo olvidado en ti mi pensamiento…

IMÁGENES DESTERRADAS (Segundo libro, 1948, 21 poemas)

Naciste desde el fondo de la noche, del sueño donde el tiempo comienza a ser raíz (…)
(De tiempo a espacio. Alí Chumacero)

Comentarios

Alí, continúa en esta edición, desde la raíz de la sombra de la sombra, cada vez más difícil de desenmarañar, como lo es descifrar el desplome del tiempo en su densa oscuridad y a la flor alada del jazmín y el nardo (A solas); desentrañar el amor dormido en las pupilas de un cadáver; el viento de ceniza, que es oscura imagen de la desolación (Narciso herido); la blancura desierta de lo ausente (En nombre del tiempo); reconocer, también, su sabia reflexión de vida: porque nadie buscando la pureza ha sonreído (Pureza en el tiempo).

Con personal modalidad en la segunda estrofa del soneto que Alí titula Recuerda, advierte que la fría existencia se ahoga en el mar del olvido y sentencia: El ser es polvo en el olvido.

En Amor entre ruinas, encripta la pasión incontenible de un amor sin riberas que se desborda entre alas y gemidos de silencioso aroma y en marea de olas de placentera caricia o en llama sobre el silencio de la piel de su amada; continúa Alí con su dolor y describe: y no miro a tus ojos/ por temor de encontrarme asesinado; ¿qué nos querrá decir?, además, en ese duelo, con: la figura de un amortajado río. Corona su llanto al confesar que su Amor entre ruinas agoniza como náufrago o ala sin espacio, dejando inmóvil su desnudo. Para distinguir su peculiar sentido del erotismo, señala: soy un balbuceo entre tus piernas rocas…

En díptico de sonetos con sutiles metáforas, aborda la nostalgia y el dolor de un amor perdido que se presenta bajo la imagen de una entrega al voraz incendio de los párpados de la amada, y que en sueño asciende en ola para caer nuevamente entre sus ojos; finalmente en

nuevo esfuerzo intenta anegarse entre sus labios, cayendo destrozado en el oscuro silencio de su pelo, tristeza última de su sueño.

En Ojos que te vieron, devela Alí, en un soneto, la eterna claridad amarga de su duelo:
¿Dónde poner la vista? Si levanto el rostro, la mirada te apresura; suspendida persistes en la impura diafanidad salobre de mi llanto.
Si naufraga mi voz, el labio inicia tu nombre sin cesar, y así germina
pues no soy sino un sueño, lirio, ruina, designio de tu lánguida caricia.
Desmayas en mis brazos y agoniza tu casto amor de corazón en celo,
y lágrima y palabra son ceniza
cuando a tus ojos miro, porque un velo de sombra a mi desciende y eterniza
la aspiración amarga de mi duelo.
Y en tono rosa continúa en Inolvidable:
Decir amor es recordar tu nombre, el ruiseñor que habita tu mirada… sobre mis labios mueres, amor mío.
Mientras que en Sombría imagen, con tinta nostálgica dibuja: Pero nada sin ti, ni el indolente aire;
cruza el espacio sin tu permanencia:…

PALABRAS EN REPOSO (Tercer libro, 1956, 24 poemas)

Comentarios

Porque sólo un imperio, el del olvido, esplende su olear como la fiel paloma sobre el agua tranquila de la noche. (La noche del suicida. Alí Chumacero).

Tras el reposo de 8 años de la palabra poética de Alí, 1948-1956, describe en este tercer poemario, sucesos y personajes costumbristas en diferentes formas poéticas; recrea su relación inmediata con el medio ambiente, la luz que emana de su derredor; no cesa en proyectar imágenes que obligan a reflexionar acerca de las contrariedades y vicisitudes que presentan la vida diaria, las horas de la noche y la del desenlace final, como lo es en Palabras del amante cuando cita: el amante en orfandad consume despojos de sí mismo; en Prosa del solitario en el que relata la oculta mudez de las alcobas noche a noche habitadas entre oceánicos lechos oscilantes derivados de un invisible amor avergonzado al latir en la orilla del pecado; en Monólogo del viudo, que sucumbe ante la penumbra de su casa con sabor a naufragio por el hijo que no fue y en donde todo se ilumina en nombre de la herida.

En Paráfrasis de la viuda, utiliza imágenes para describir el devenir de su soledad: profanar una espada sin imperio y que sobre el recinto funeral de la almohada túrbase el silencio; le sigue la figura literaria del epitafio, en Epitafio a una virgen, en el que sentencia que por su belleza en su silencio mismo, desde la distancia era la tentación suicida del arsénico: “Su alma ahora sigue con la gloria/ hablando todavía en la morada/ ayuna de terror, mas su recuerdo/ deja caer el mal sobre su arcilla”.

Responso del peregrino-, la joya de esta edición; Alí plantea el significado del amor, lo que es la vida y la postvida, el más allá; el poema lo concibe en tres partes: la primera es una alabanza a la Virgen de

Lourdes, la segunda es el vaticinio del amor hacia los hijos y la vida en pareja; mientras que la tercera es la vida postmortem.

Alí abre la versificación en este poema con: Yo, pecador, a orillas de tus ojos/ miro nacer la tempestad. ¿Será acaso el llanto del dolor que de ella brota, o la desdicha de la vida? En versos más adelante describe: desciendo al manantial de gracia -para anunciar-:
María te designo, paloma que insinúa
páramos amorosos y esperanzas,
reina de erguidas arpas y de soberbios nardos;…
Hablo y en la palabra permaneces. No turbo, si te invoco,
el tranquilo fluir de tu mirada;…
Sola, comprenderás mi fe desvanecida,
el pavor de mirar siempre el vacío
y gemirás amarga cuando sientas que eres cristiana sepultura en mi desolación.
Fiesta de Pascua, en el desierto inmenso añorarás la tempestad.

En Imagen de una voz evoca la tempestad de un adiós, que a su recuerdo nace un muro frío lejano de esplendores, oscuridad en el oleaje tranquilo de la noche convertida en alegoría de desolada tempestad.

Mientras que en Mar a la vista, Alí nos deja perplejos ante el desdichado amante, quien en el momento del crepúsculo, llora sobre un cadáver condenado a muerte.

El lenguaje de imágenes poéticas, propias en él, las encontramos también en su prosa, en sus ensayos; ejemplo de ello se observa desde el título de su crítica literaria a Jaime Sabines en: El responso de la violencia (El sentido de la poesía y otros ensayos. Issste 1999); en la que Alí señala que su poesía es alegría de polvo enamorado, propensa a solazarse en la embriaguez de lo turbio y a descubrir a nuestros ojos la servidumbre frente al tiempo lo que conduce hacia un “hoyo espeso de salivas y cenizas”; ilustra su comentario aludiendo metaforados versos de Sabines, que dicen:

Tú, sin hablar me miras/… Y yo vuelvo a fumar, mientras las cosas se ponen a escuchar lo que no hablamos; finalmente Alí nos envuelve con retóricas alegorías: La horizontalidad de un cuerpo femenino, el fulgor de una mano que ennoblece, los labios que crean resplandores, la invocación de un Dios que con frecuencia nos olvida, la oportunidad de construirnos un pasado feliz, fortalecen la súbita decisión de limpiar con bellas imágenes el polvo que desluce la nitidez de los espejos…

Alí, por siempre Alí; el poeta precoz joven-adulto, el prosista maduro adulto-joven, se afirma en el cosmos y en el tiempo, se funde en la imagen infinita del silencio, en la nostalgia de sus amorosas raíces; de ahí que regresaré al antes muy antes para incrustar su poema comprendido en Páramo de sueños:

POEMA DE AMOROSA RAÍZ

Antes que el viento fuera mar volcado,
que la noche se unciera su vestido de luto y que estrellas y luna fincaran sobre el cielo la albura de sus cuerpos.
Antes que la luz, que sombra y que montaña miraran levantarse las almas de sus cúspides; primero que algo fuera flotando bajo el aire; tiempo antes que el principio.
Cuando aún no nacía la esperanza
ni vagaban los ángeles en su firme blancura; cuando el agua no estaba ni en la ciencia de Dios; antes, antes, muy antes.
Cuando aún no había flores en las sendas porque las sendas no eran ni las flores estaban; cuando azul no era el cielo ni rojas las hormigas, ya éramos tú y yo.
Concluyo con la estampa luminosa de Alí, que refiere: cuando el amor fenece, el mundo también fenece.

Comentarios

ALÍ, como lo dijiste en “Tu silencio, yo”, al nombrar tu incinerado nombre, sentimos tenerte desde tus orígenes. A ciento cuatro años de tu nacimiento te recordamos recolectando de día la fecunda espiga de tu prosa y redescubriendo de noche las entrañas de tu verso. Nos deleitamos con el augusto dominio de tu lenguaje; te sentimos renacer en cada lectura. Tu legado no sólo ha sido el de las letras, sino el de tu vida misma, que es la mejor poesía, el mejor de tus ensayos. Amigos y paisanos, lectores tuyos todos, refrendamos la admiración a tus comprometidas y reposadas líneas, a la infatigable labor en el ejercicio literario; pero en particular, por tu franca amistad y contagiante sonrisa. Eres impar, de huella infinita. Hoy saludamos tu destino heroico.

ALÍ, VISTO POR CHUMACERO

“La primera parte de mi infancia, la verdadera, transcurre en un pueblecito pequeño donde hay un río, un jardín, muchos amigos: muchachos vagos que se suben a los árboles, andan descalzos, salen desnudos al jardín para bañarse bajo el aguacero.

El Acaponeta de mi infancia es muy semejante al Acaponeta de hoy. La gente sobrevivía y sigue sobreviviendo gracias a la cerveza, y no porque la produzca, sino porque la bebe para combatir el calor. La electricidad llegó a mi pueblo hacia 1925, cuando yo tenía siete años. Mi padre compró un abanico eléctrico, que era la gran novedad. Y como no teníamos muchas actividades después de ir a la escuela, nos sentábamos debajo de él en las tardes, para refrescarnos. Cuando llegaba la noche, los niños salíamos a jugar, a correr.

Mi padre era comerciante, tenía una ferretería y le gustaba leer. Era una especie de sabio de pueblo. En un tocadiscos, que hoy recuerdo como una verdadera reliquia, escuchaba la voz de Caruso. También tenía una pianola e hizo que todos sus hijos aprendiéramos a tocar: nos puso maestro. Y desde luego, también era dueño de una pequeña biblioteca, una biblioteca ridícula, formada en parte por aquellos libros verdes, los clásicos que editó Vasconcelos. Los compraba por medio de un periódico, El Universal, los compraba porque los ofrecían con descuento y como él estaba suscrito al periódico había oportunidad de que se los enviaran y eso era uno o dos veces al año. Yo conservo libros de esa época, pues todos los de mi padre pasaron a mi propiedad.

Mis primeras lecturas fueron las que son normales de todo muchacho, Amado Nervo, sobre todo. Nervo es el camino correcto, adecuado, aconsejable para que una persona se interese en la literatura y no sólo porque era un gran escritor sino que, era una persona que atrae, atraía y atraerá a los jóvenes. Yo leí, entonces, a Nervo y leí también, válgame el contraste, a Dostoyeski. Francisco Espinosa era un hombre muy conocedor de Dostoyeski y por ese camino yo llegué a él. Rubén, mi amigo de la escuela primaria era hermano de Francisco a quien le otorgaron el Premio Jalisco, era un hombre muy enterado en música, pero también muy aficionado a la literatura. Estoy hablando de 1931, 1932, yo era un chamaco (13-14 años), un pequeño muchacho igual que Rubén y leíamos los libros que eran de su hermano. Al mismo tiempo con el poco dinero que teníamos comprábamos libros y así empezamos a iniciarnos en la literatura.

Dejé Acaponeta a los once años. De esa etapa me queda la fonética costeña. He procurado corregirla. En cambio, nunca he perdido mi infancia. Recuerdo el mar aunque lo encadené, lo hice desaparecer de mi poesía. Los rumores de todo aquello son ceniza.

Mi padre jamás estuvo en desacuerdo con que yo escribiera y cuando empecé a publicar, se sentía casi orgulloso. Eso me dio ánimo, me dio alegría el hecho de que mi padre, no sólo no fuera indiferente, sino que le produjera cierta sonrisa que el muchacho hiciera versitos y no me veía con lástima, sino con reconocimiento. Así que yo de mi padre no tengo la queja que tienen muchos escritores, pues dicen que se burlaban de ellos por hacer versos.

A los quince años ya era un lector incurable: tenía una magnífica biblioteca, de 200 volúmenes, en la que no sólo había la literatura inicial, sino textos de mayor calidad. Aprendí pronto a leer francés y leí la literatura francesa. Me dediqué sin dudas ni titubeos a ejercer la lectura como una tarea constante. En 1933, como repercusión de lo que había pasado en México en el 29, se desató la lucha estudiantil por la autonomía universitaria. Después de una desordenada huelga, José Luis Martínez y yo caímos en la cárcel. Estuvimos presos del 16 al 27 de noviembre de ese año. Y el diálogo que entonces iniciamos se ha

prolongado hasta hoy”. (Fragmentos tomados de Alí Chumacero/Pastor de la palabra. Alfaguara, Conaculta, Inba, 2004 y de Vencer el tiempo: la verdad de Alí Chumacero. Entrevista de Alejandra Herrera y Vida Valero. Universidad Autónoma Metropolitana,
Azcapotzalco. 2009).

Entre la sombra del páramo de sueños misterioso eco del silencio,
surge el amante perfecto.
Cabellera de trigo rubio flota de la eternidad del tiempo, manantial de palabras en reposo en jardín de gardenias transfiguran imágenes desterradas; venturoso presagio
en parnaso de tierra nueva.
Versos en desnudo sepulcro iluminan la alcoba sin historia, palabras de ceniza viva,
polvo más allá del tiempo
del olvido abandonado; huella del vacío esfumada en el hastío de la rima desahuciada, flor marchita del otoño.
Pacifico viento del silencio en renovada aurora,
aletean yertos recuerdos del ayer, hoy y mañana; deseo inmortal
que renace entre ruinas.

POR SIEMPRE ALÍ
Carlos Martínez Plata

Cuando hayas terminado, mira este muro ardiente donde la bestia cumple su reposo. (…) (Losa del desconocido. Alí Chumacero)

Manos laboriosas de letras metálicas irrumpen el frío de la galera,
las palabras se destilan,
el libro se engalana
con pulcro linaje lírico;
en prosa de acero diamantino
el libro se corona.
Confeso pecador advertía nacer la tempestad
en mirada de mujer; mundo de luz amanecido, signo de que Dios existe.
En Centenario alborozo se recolecta de día
fecunda savia de la prosa; más las entrañas del verso, en el silencio de la noche.
El pastor de la amistad y contagiante sonrisa,
en la ribera de la muerte a voz sonora cincela
con Amorosa raíz:
antes, antes, muy antes,
ya éramos tú y yo;
después, después, muy después, aún entre cenizas
¡seremos todavía!

Carlos Martínez Plata
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Comments

2 respuestas a “IMÁGENES POÉTICAS DE ALÍ CHUMACERO.”

  1. Avatar de Ramsés Castañeda Hernández
    Ramsés Castañeda Hernández

    Sin duda un hombre que dejó huella y uno de los grandes autores en el mundo de la poesía, de gran proyección en los pensamientos, armando sus poemas como si fueran un rompecabezas y que al final cada palabra es tan sólida e inmersiva que el mensaje es transmitido perfectamente.
    Es un autor de la síntesis las emociones expresadas en sus palabras siguen un orden elocuente y elegante. Expresando la locura, un cauce y un delirio dispuesto en la firmeza del sentimiento, para que el lector no pierda ni un detalle de lo transmitido en sus obras.

  2. Avatar de Jonathan Antonio Navarro Villagrana
    Jonathan Antonio Navarro Villagrana

    La poesía es arte como igual a imaginación que parte de las bellas obras literarias. La mente es un mundo y cada quien tiene un mundo y una comprensión de lo que escucha o lee.

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