Autobiografía

¿Versos autobiográficos? Ahí están mis canciones,
allí están mis poemas: yo, como las naciones
venturosas, y a ejemplo de la mujer honrada,
no tengo historia: nunca me ha sucedido nada,
¡oh, noble amiga ignota!, que pudiera contarte.
Allá en mis años mozos adiviné del Arte

la armonía y el ritmo, caros al musageta,
y, pudiendo ser rico, preferí ser poeta.
-¿Y después?
-He sufrido, como todos, y he amado.

¿Mucho?

-Lo suficiente para ser perdonado…

 

Amado Nervo nació en Tepic, Nayarit, el 27 de agosto de 1870.

Sus padres, Amado Nervo Maldonado y Juana Ordaz Núñez, descendían de españoles asentados en el Puerto de San Blas desde el siglo XVIII. Nervo tuvo seis hermanos y dos hermanas adoptivas.

Su padre atendía un almacén llamado “El puente de San Francisco”; murió cuando Nervo tenía 13 años. Ante ese suceso, el adolescente fue enviado a estudiar a un Colegio de Padres Romanos en Jacona, Michoacán y, posteriormente, al prestigioso seminario de Zamora donde realizó los estudios preparatorios. Allí recibió lecciones de matemáticas, física, y lógica, interesándose por la ciencia y la filosofía, además de una sólida formación literaria y humanística que luego sería evidente en su obra.

A los 29 años Nervo comenzó sus estudios de derecho natural pero la escuela de Leyes cerró sus puertas al año siguiente. Por ese tiempo, se enamoró de una jovencita de 14 años y escribió escribió efusivas cartas y poemas a este amor imposible.

Los problemas económicos de la familia obligaron a Nervo a regresar a Tepic, de donde luego partió a Mazatlán. Allí se instaló entre 1892 y 1894 para trabajar como periodista en El correo de la tarde, donde colaboró con traducciones del inglés y el francés, escribió crónicas, redactó reportajes, pergueñó reseñas de eventos y editoriales.

Posteriormente, Nervo se trasladó a la ciudad de México, donde colaboró en periódicos capitalinos como El Universal, y El Mundo. Allí conoció a los escritores Rafael Urbina, José Juan Tablada y Manuel Gutiérrez Nájera, quien lo invitó a colaborar en la Revista Azul. Por esos años Nervo va ganando fama y reconocimiento como escritor, con la publicación de su novela El bachiller (1895) y sus poemarios Perlas negras (1896) y Mística (1898).

En 1900 el periódico El imparcial envió a Nervo como corresponsal a la Exposición Internacional de París, una ciudad que idolatraría:

¡París!
Se escuchan lejanas orquestas
Que tienen no sé qué virtud
El bosque es un nido de fiestas…
¡Oh, mi juventud![…]

En ese año el joven Nervo estableció relación con con poetas mayores y consagrados como Leopoldo Lugones, Oscar Wilde y Rubén Darío; también recorrió varios países europeos. Al año siguiente El Imparcial le quitó el apoyo, pero él decidió permanecer en París llevando una vida bohemia y,para ganarse la vida, colaboró en publicaciones mexicanas y se dedicó a traducir libros.

Nervo conoció en esa época a la mujer que sería el gran amor en su vida, Ana Cecilia Luisa Dailliez.

En 1903 Nervo regresó a México, y Ana se reunió con él tiempo después. Gracias a las gestiones de Justo Sierra, Nervo comenzó a trabajar como profesor de la Escuela Preparatoria y como Inspector en el Ministerio de Instrucción Pública, al mismo tiempo, sin dejar de colaborar en periódicos y revistas y alimentando su fama como poeta y su renombre como prosista y observador ingenioso.

En 1904 dirigió, junto con Jesús E. Valenzuela, la Revista Moderna, publicación que popularizó la poesía post-romántica y dio a conocer los poemarios de Nervo El éxodo y las flores del camino y Lira heróica.

Nervo se iniciará en la diplomacia en 1905, luego de aprobar el examen para ingresar a la carrera diplomática. Primero fue nombrado Segundo Secretario de la Legación de México en España y en 1906 fue ascendido a Primer Secretario de la Legación de México en España, donde duró 13años de actividad diplomática sin renunciar a la literatura y al periodismo. Colaboró constantemente en periódicos como La Nación de Buenos Aires y El Fígaro de la Habana, también realizó antologías (Lecturas Mexicanas, Lecturas literarias) y difundió la obra literaria de Juana de Asbaje (1910) La obra de Nervo sufre un vuelco, alimentado por la apasionada memoria de su esposa Ana Cecilia, La dama inmóvil, que muere el 7 de enero de 1912 a causa de la fiebre tifoidea.
Los grandes poemas de Serenidad (1912) y Elevación (1916) serán un modo de evocarla.

Al morir Ana Cecilia, Nervo se quedó al cuidado de la hija, Margarita Dailliez.

En 1914 la difícil situación de México, a causa de la Revolución, provoca el cese de Nervo en su puesto y éste, sin salir de Madrid, siguió colaborando en varios periódicos. Posteriormente, en 1916, gracias a sus amigos Isidro Fabela y Juan Sánchez Azcona, Nervo se reinstala en el servicio exterior colaborando como Primer Secretario en Madrid.
Nervo vuelve a México en 1918. El gobierno constitucionalista del presidente Carranza lo nombra enviado extraordinario y ministro plenipotenciario en Argentina, Uruguay y Paraguay. A partir de ese momento comienza una oleada de popularidad del poeta, reflejada en la abundancia de entrevistas, recitales y actos en su honor tanto en Latinoamérica como en Estados Unidos. Ese año publica el poemario Plenitud. Durante este tiempo, Nervo es un vocero del constitucionalismo revolucionario y cree con ardor en la poesía:

“Encontré en mi patria un particular entusiasmo con todo lo que se relaciona con las letras… La Revolución parece que ha influido singularmente en las almas, pues ahora se lee mucho más que antes”.

Hacia 1919 Nervo enferma gravemente de endoenteritis y nefritis crónica y muere el 24 de mayo en Montevideo, a los 48 años.

El 10 de noviembre llegan sus restos a Veracruz y cuatro días después son sepultados en la Rotonda de los Hombres Ilustres de la ciudad de México.

Se publican póstumamente sus libros El estanque de los lotos, El arquero divino y La amada inmóvil.

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