Por: César Delgado Martínez.
Las maletas listas. Los ánimos arriba. Me espera un viaje de varias horas para llegar a Guanajuato: la ciudad de los túneles. El 40 Festival Internacional Cervantino ya comenzó. Las calles deben estar inundadas de gente. El centro convertido en una romería. El sol guanajuatense alejado de mi sol rosamoradense. Ahora sí. No pasaré frio como el año pasado. Llevo mi gruesa chamarra y otras prendas para cubrirme.
El festival cultural más importante de América Latina y uno de los más sobresalientes del mundo, valga todo lo que tiene que valer. Es una fiesta. Una fiesta del espíritu sí, pero también del cuerpo. La comida del bajío es deliciosa. Se antoja de entrada unas enchiladas mineras, como las que me comí el año pasado acompañado de Mónica Mateos, reportera de La Jornada. Mi compañera inseparable en esos días.
Para el espíritu también me espera un suculento banquete. Música, danza, teatro y artes plásticas. Conferencias y presentaciones de libros. Pero sin duda, lo que más me mueve a moverme a esa ciudad llena de callejones, donde el beso entre los enamorados es insoslayable. Lo que más me motiva es poder asistir a la función de Elisa Carrillo, mexicana nacida en Texcoco y de ancestros de Santa María del Oro, Nayarit, primera bailarina de la Ópera de Berlín, que con la Compañía Nacional de Danza y la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, en el Auditorio del Estado ofrecerá la obra balletística “La Esmeralda”.
Asistiré a la presentación de Beijing Dance Theater – Prisma y al concierto de Riccardo Muti con la Orquesta Sinfónica de Chicago. No me puedo perder esto último. Se trata de uno de los directores más importantes del mundo. Siempre lo tengo presente en el video dirigiendo “Va pensiero” de la ópera Nabucco de Giuseppe Verdi. Sus palabras lacerantes. Algo insólito. Delante del expresidente Silvio Berlusconi, empresario, inversionista y magnate de los medios. “Oh mia patria si bella e perduta”.
El Cervantino es punto obligado de los periodistas culturales no tan sólo de la Ciudad de México, sino de todo el país. De alguna manera es un privilegio, poder participar de lo que comunmente no se puede apreciar. Punto de encuentro. El año pasado nos llegamos a reunir una decena de “plumíferos” (por aquello de escribir con pluma) a comer, para recordar tiempos idos. Batallas pasadas. En otros festivales de los que se realizan en el país. En otra ocasión en el acto festivalero me encontré con un amigo de Sonora, que tenía varios años que no veía.
Pero, para los que no van. Les adelanto, que en Nayarit habrá dos extraordinarios conciertos cervantinos. Uno en la catedral de Tepic y otro en CEDART Amado Nervo de Santa María de Oro. En su oportunidad daré más información sobre esto.
¡Qué no se hable más! ¡Vámonos a Guanjuatoooooo!
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