Elisa Carrillo refrenda su categoría de primera bailarina.
por: César Delgado Martínez.
La noche del sábado una vez más demostró porque la “prima ballerina” de la Ópera de Berlín, es la puntera del ballet clásico en México y una de las mejores intérpretes del mundo.
La artista sin recurrir a los despliegues técnicos de algunos “ballet tradicionales”, donde se requiere por ejemplo, hacer 32 fuetés, logró ganarse el aplauso del numeroso público, con una interpretación madura, pulcra y con una interioridad a flor de piel.
Elisa Carrillo Cabrera, en la cúspide de su carrera, se da el lujo de hacer en el escenario lo que quiere. Para la función “Gala de jóvenes talentos mexicanos”, interpretó tres duetos, como ya lo reseñé en mi nota “Elisa en Jalisco”.
De nueva cuenta se le vio segura, precisa y entregada a un trabajo artístico convincente. A su lado, el primer bailarín de la Ópera de Berlín Mikhail Kaniskin, lució espléndido, con un nivel técnico fuera de toda sospecha y una interpretación nacida de su interior.
Una pareja que logró transmitir varios estados emocionales, sin acudir al aplauso fácil por un gran salto o un espectacular giro.
En el XL Festival Internacional Cervantino en Guanajuato, tendremos la oportunidad de ver a estos dos extraordinarios bailarines en “Esmeralda”, acompañados por la Compañía Nacional de México.
Del talento mexicano. No cabe duda que Isaac Hernández, bailarín tapatío, solista del Ballet de San Francisco, como dice en el programa de mano es “una joven promesa de la danza mundial”. Su figura perfecta, -diría Ramón López Velarde si lo viera bailar-, resalta de manera extraordinaria. Pero, como es obvio está en el proceso de crecimiento. Desde mi perspectiva carece de los elementos necesarios para la construcción del personaje que interpreta.
Braulio Álvarez de la Parra del cuerpo de baile del Ballet de Hamburgo, el más joven de los varones que participaron en la función, junto con Xuen Lin, logró en “Pas de deux del Ángel” de John Neumeier, una interpretación profunda, pulcra y exquisita, de una danza cargada de lirismo y de brillantez. Su presencia apolínea lo hace ver como una ser que emerge desde las profundidades de la tierra para elevarse a las alturas de lo ígneo.
Humberto Montero primer solista del Ballet Teatro de Sudáfrica con Shanon Glober, interpretó “Pas d´esclave” de “El Corsario” con un trabajo técnico e interpretativo correcto, aunque la orquesta dirigida por Alondra de la Parra no les ayudó.
Una parte que bailó él la tocó más lenta y un “solo” de ella más rápido. Sin embargo, salieron del atolladero lo mejor que pudieron.
Al final Humberto no pudo levantar a la bailarina con la mano derecha y tuvo que hacerlo con las dos.
¡Una mala noche para el bailarín que ha logrado abrirse camino en un país tan lejano como Sud África, y que seguramente seguirá en su proceso de crecimiento!
Blanca Ríos primera bailarina de la Compañía Nacional de Danza, mostró su extraordinario nivel técnico e interpretativo.
Demostró que en la agrupación mexicana hay extraordinarios bailarines, pero la burocracia del Instituto Nacional de Bellas Artes y la desacertada dirección de Sylvie Reynaud, no le permiten crecer.
Javier Peña del cuerpo de baile de la Ópera de Berlín no se quedó atrás de los buenos intérpretes de esa función sabatina. En México destacaría como un primer bailarín.
Promesa del ballet mexicano en camino ascendente: Patricia Velázquez del Ballet de Monterrey.
Fernando Mora, bailarín solista del Ballet Real de Dinamarca en espléndida interpretación, con una madurez que da la experiencia en los foros. Una presencia destacada. Sin grandes alardes del virtuosismo circense que el público quiere seguir viendo en las galas.
Las imágenes son del archivo en la red utilizadas para ilustrar la nota. No corresponden al evento en particular.
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