Por: Luis Ignacio Palacios.
Lo he de haber visto una o dos veces en el Bar de mi yerno; joven ingeniero, de talante muy amable, se transportaba en una buena moticicleta, era precavido, usaba casco (y se lo ponía, no lo traía de adorno) cuando se tomaba una cerveza de mas, dejaba la motocicleta y se iba a su casa en un taxi.
Solo vivía, divorciado, se cobijaba en su círculo de amigos, esa calidez que nos falta cuando divorciado transitas por la vida entre trabajando y añorando un futuro que aún no llega, quizás un tanto defraudeado de la vida en pareja, la difícil condición que hoy pesa sobre las nuevas generaciones, madres solteras, hombres solos, nuestra sociedad es opresora y no genera vínculos de confraternidad estables.
La madrugada del sábado, una o una y treinta, llendo para su casa por la Avenida Insurgente, a la altura de la calle que desemboca en el hospital del IMSS un irresponsable, desgraciado y vil, manejando una camioneta no respetó el semáforo y sin precaución alguna, con velocidad inmoderada se mete a la avenida, atropella al motociclista, le parte la cadera, un grave politraumatismo.
Motocicleta y casco, lo mismo que su tripulante quedan tirados en el asfalto, el cobarde homicida huye; y los automovilistas que por ahí transitan nadie se para, le dan la vuelta a un cuerpo que agoniza, pasan los minutos y un taxista acude y llama a los auxilios, pasan los minutos y por fin lo llevan a urgencias del hospital del Imss, llega aín consciente, y alcanza a decirle a la enfermera que le llame a su madre y le avise, le da su número y cae en como, a los minutos muere.
Mientras, en la calle, la mala gente, de mala entraña, se roban la motocicleta, se roban el casco y el sábado por la mañana Tepic amanece con la muerte de este joven, y el impacto brutal en sus amigos con quien compartió sus últimas horas.
Su hijo de ocho años -que era su adoración- crecerá sin su padre; el homicida cargará toda su vida con el remordimiento de su cobardía y los bastardos que se robaron la motocicleta y el casco, vivirán sin saber la ordalía que cometieron, tal cual son, carroñeros, al acecho de quien se decuide para robarles sus bienes.
Ellos, homicida y rateros, son los detritus de la sociedad, apestan y contaminan mi ciudad…, una pena para la familia de quien murió inopinadamente, víctima de un conductor borracho, drogado o ambas cosas..
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