Antroponotas de Nayarit

Por: Raúl A. Méndez Lugo.

El 7 de diciembre de 1800 llegaron a la casa de la india María Paula de los Santos, en las goteras de Tepic, un hombre de 60 años de edad, otro de 30 y un niño de nueve. El mayor de ellos dijo ser Mariano, hijo del cacique de Tlaxcala, localidad de la provincia de Colotlán; solicitó hospedaje a María Paula y, ya instalado, le reveló que había hablado con el rey de España para exigirle el reintegro de las tierras, pero que el monarca le dio la espalda y no contestó, en cuya virtud le pedía que comunicara esos hechos a los principales de Tepic para que todos los indios se reunieran en Las Higueras de lo de Lamedo y de ahí fueran al convento de la Santa Cruz de Zacate, donde la autoridad religiosa iba a colocarle en las sienes la corona de espinas de la imagen de Jesús Nazareno.

María Paula no creyó ser ella el mejor conducto para cumplir esa misión e invitó a su amigo Juan Hilario Rubio para que interviniera. A éste le repitió Mariano el relato y los pormenores del plan.

El 30 de diciembre, antes de marcharse rumbo a San Blas, prometió que volvería el día de los Santos Reyes para ser coronado. Juan Hilario, de 60 años y originario de Mascota (Jalisco), trasmitió el mensaje a José Desiderio Maldonado, alcalde de la república de indios de Tepic, y junto con Juan Francisco Medina escribió cinco cartas convocatorias dirigidas a los pueblos de Jalisco, Huaynamota, Santa María del Oro, San Pedro Ixcatán e Ixcuintla, para que a su vez éstos las enviaran por cordillera a otros.

La carta, firmada en nombre de Mariano, decía en parte lo siguiente: “Noticia a todos los señores alcaldes de todos los pueblos de indios de este Reino de Indias, que para la entrada al pueblo de Tepic se espera el día 5 de enero del mes primero de 1801, a la parte del poniente, en donde llaman Las Higueras de lo de Lamedo, sin ninguna excusa, con citación de todos los indios, viejos y mozos, para la campaña de entrada a Tepic, que soy el Rey de Indias, el día de Reyes… Espero respuesta con el enviado, firmada por el escribano; (que) las armas que sean lanzas, flechas, cortantes, hondas, palos o piedras”.

También se mencionaba que la bandera de la causa sería la Virgen de Guadalupe. La mañana del 3 de enero, un indio llamado Manuel Maldonado delató el movimiento y el subdelegado de Tepic, Juan José de Zea, apresó esa noche a Rubio, Medina y José Desiderio Maldonado.

Los prisioneros declararon que la insurrección se había planeado desde la Cuaresma de 1800 y que en ella estaban comprometidos los pueblos de Jalisco, Santa María del Oro, Ixcuintla, Mecatán, Huaynamota, Xalcocotán, Mexcaltitán, San Luis, Pochotitán, Tequepexpan, Zapotán de la Cal, Jala de Arriba y Jala de Abajo, Ahuacatlán, Jomulco, San Andrés, Acatán y Tepic.

Juan Hilario Rubio proporcionó un retrato hablado de Mariano: “Bajito de cuerpo, delgado, barbicerrado y con balcarrota, calzón exterior de chivo viejo y de manta, bajo con campana, jolote de manta y un somite cuarteado con listas moraditas y blancas”.

Por el testimonio de otros indígenas aprehendidos en Ixcuintla, el fiscal del crimen de la Audiencia de México sospechó que el movimiento podía tener ayuda extranjera, en previsión de lo cual se movilizó hacia San Blas el ejército acuartelado en Tepic, para que vigilara los caminos reales y evitara, en su caso, una invasión de los ingleses. Por una confusión, las autoridades virreinales supusieron que los indios de occidente habían involucrado en el plan a la nación tlaxcalteca y a varios criollos importantes, entre ellos al conde de Miravalle, al que encerraron en el Convento de la Cruz de Zacate.

Se rumoraba, asimismo, que la insurrección empezaría en México durante la fiesta de la Virgen de Guadalupe, en el momento en que los cirios del altar fueran encendidos: “Éstos contendrían explosivos que harían estallar el templo; los revolucionarios aprovecharían la confusión para atacar el palacio virreinal, que estaría minado en las esquinas”. Mientras tanto, el intendente de Guadalajara, José Abascal y Souza, y el comandante del departamento naval de San Blas, Francisco Eliza, tomaron providencias para evitar el levantamiento. Aquél envió a la zona de peligro dos escuadrones del regimiento provincial de dragones de la Nueva Galicia, y éste movilizó a Tepic una fuerza de soldados y marinos. A menudo se disparó contra grupos de indígenas inermes, de los que se aprehendió a 200, luego llevados a las cárceles de Guadalajara y México, donde muchos murieron antes de ser juzgados.

La Real Audiencia de Guadalajara declaró a Juan Hilario Rubio “autor principal de la conmoción sediciosa y traidor infame”, y mandó confiscar sus bienes, asolar su casa y sembrarla de sal, mutilar su cuerpo y exponer sus miembros en los lugares donde pudo ser más grave la rebelión. A María Paula se le confinó a la Casa de las Recogidas de Guadalajara, y a varios indios principales se les impusieron penas de seis a ocho años de prisión. Juan Hilario murió antes de cumplirse la sentencia y el 19 de septiembre de 1805 el rey concedió a todos los detenidos la libertad, restituyéndoles todos los derechos que tenían antes de la formación de la causa.


Fuente: Enciclopedia de México, Editorial Larousse, México, 2004.