Quino cumple hoy 81 años!!!
Por: Redacción
Hace muecas, saca la lengua y provoca la carcajada de Federico, el bebé de un año y medio que es el hijo de Guille, el sobrino menor de Quino que inspiró el personaje del hermanito de Mafalda. En la soleada siesta mendocina,Clarín interrumpió al maestro en una distendida sobremesa con su esposa y sus sobrinos. Está contento, conversador; le sienta bien festejar una nueva década junto a sus afectos en Mendoza, su tierra natal.
¿Cómo es llegar a los 81, Quino?
Como un arquero que no sabe por dónde entró la pelota. Por dónde pasaron los 80 años, no sé. Pasaron, se acumularon. Eso es lo grave, porque uno va sintiendo el peso y las limitaciones físicas. No pasan los años, se te quedan en el cuerpo.
¿Sigue dibujando?
Ya no. Las limitaciones físicas te joroban. He tenido muchas operaciones a la vista, un glaucoma muy perverso. Si hay poca luz, me cuesta ver y si hay mucha, me encandila.
Pero sigue creando, se le ocurren historias…
Sí, pero para qué gastarme en que se me ocurran cosas que después no puedo dibujar. Es como si un tenor tiene problemas en las cuerdas vocales.
¿Y qué otras cosas disfruta?
La música, el cine y la gastronomía, que nos es que yo la practique, pero la disfruto.
¿Cómo es volver a Mendoza?
Es volver a la infancia, lo que te formó. Me fui bastante grande, a los 22. Me gusta el vino de acá.
¿Es un experto catador?
No. Soy más borrachín que experto catador. Cuando no hay vino en una casa, tomo lo que sea, aunque no me guste.
¿Se siente cómodo con los homenajes? En setiembre le otorgarán el Konex a la trayectoria.
Sí, por tercera vez. El Konex siempre me pareció un premio que se daba a personas que ya estaban bien ubicadas en el trabajo que hacía. Hubiera preferido que fuera un premio para estimular a los jóvenes y no para premiar a los viejos.
¿Cómo vive esta etapa?
Por lo único que la edad no te resulta una porquería es porque vas entendiendo mejor la música que escuchas desde toda la vida. No es lo mismo escuchar a Beethoven ahora que a los 40 o los 20. Le vas descubriendo cosas que antes no se las descubrían.
Buenos Aires le hizo un homenaje con una bella Mafalda sentada en un banco en San Telmo. Pero usted dijo que le gusta más el personaje de Libertad.
Lo que pasa es que Libertad ofrecía muchas más posibilidades. A Mafalda la dibujé desde que empezó hasta que terminó la tira, durante 10 años. En cambio, a Libertad la dibujé al final de la tira y, claro, con ese personaje me siento mejor.
¿Quiere por igual a todos su personajes?
Sí, claro. Quiero por igual a todos mis dibujos de mi página de humor. Mafalda fue una etapa, pero toda mi otra producción son 50 años. Para mí, cualquier monito me gusta tanto como Mafalda. Me pasaba como a un periodista que tiene que entregar la nota y aunque no le guste lo que hizo, tiene que entregar igual.
¿Por qué le gusta tanto a los chicos Mafalda, si muchos de sus reflexiones parecen dirigidas al mundo adulto?
Me lo he preguntado muchas veces, porque yo no la dibujé pensando en los chicos. Es más, en el diario El Mundo salía en la página editorial, no en las historietas. Creo que tiene que ver con el grado de información que tienen los chicos. Cuando yo era chico, no tenía idea quién era el Papa, ni el jefe de las Naciones Unidas. Hoy los chicos lo saben. Aunque no quieran aprenderlo, lo saben por Internet, por la televisión, los diarios y por todos los sitios donde reciben información. Tienen un grado de información de un adulto.
¿Después de haber vivido tantos años en Buenos Aires, se siente un poco porteño?
Cuando escuchaba tangos en Mendoza no me decían nada. Pero en Buenos Aires aprendí a querer al tango, sobre todo la poesía de sus letras. El único dibujante que vi bailar bien el tango ha sido Landrú. El resto somos todos unos inútiles. Y pude comprobar que el tango es un sentimiento triste que se baila. Hubo poetas impresionantes y fantásticos como Manzi. Me encanta escuchar tango.
¿Es de los que les gusta dar cátedra, formar a nuevos dibujantes?
No. Siempre he sido bastante introvertido, quizás por haber sido el menor de tres hermanos y con una diferencia de 7 y 4 años. Me crié solo jugando en la casa, no me gustaba salir a la calle.
Tomado de:
Clarín.com
Anexo
Entrevista realizada el 6 de agosto de 2004.
Joaquín Salvador Lavado (1932), Quino, cumple 50 años dibujando y en Buenos Aires se organizó una exposición para homenajearlo.
El corresponsal de la BBC en Argentina, Martín Murphy, conversó con el dibujante sobre la sopa, el mundo actual, Mafalda y Los Beatles.
¿Qué significa para usted que se haga una exhibición de los 50 años de su trabajo?
Significa ver mi propia obra desarrollada desde que se publicó mi primer trabajo hasta el día de hoy y me sorprende ver que muchísimo, para no decir toda la temática, sigue muy vigente y es muy entendible hoy cualquier material que haya dibujado hace 30 o 40 años.
¿Creyó cuando estaba comenzando que algún día iba a estar celebrando estos 50 años de su trabajo?
No. No tenía la menor idea. Pero no creí tampoco que llegara a ser un dibujante más o menos conocido, como lo soy en este momento.
¿Cómo se define usted? ¿Cómo dibujante, como humorista? ¿Todo eso?
Todo eso. Lo que pasa es que humorista es un poco más amplio que simplemente hacer reír, ¿no? Creo que implica tener un enfoque. No por nada se dice que uno está de buen humor o de mal humor. Un enfoque más amplio de la realidad que nos circunda.
Todos recordamos sus personajes históricos: Mafalda, Guille, todos ellos. Hoy en día, ¿qué es lo que usted dibuja?
Dibujo lo que he dibujado en estos 50 años: páginas de humor, chistes sueltos, porque yo cuando empecé con Mafalda llevaba ya once años publicando humor, y mientras hice Mafalda jamás dejé de hacer ese tipo de páginas. Siempre lo he hecho.
¿Para usted dibujar es un trabajo o es algo que disfruta?
No. Es un trabajo como es el de un bailarín, como el de un pianista. Para hacer esto bien hay que dedicarle todo el esfuerzo cada día, ocho o nueve horas.
¿En quién se inspiró usted, si es que se inspiró en alguien, para crear a Mafalda?
Me pidieron, porque no fue idea mía hacerla, que tuviera algo de “Peanuts” (la tira cómica creada por Charles Schulz), pero que, a diferencia de “Peanuts”, fuera una familia donde hubiera adultos.
Entonces me compré todos los libros de “Peanuts” que en ese momento conseguí en Buenos Aires y los estuve observando a ver qué es lo que Schulz había aportado de nuevo y por qué tenía tanto éxito en ese momento.
Y, como siempre que uno empieza una cosa, tiene que elegir un maestro y Schulz fue mi maestro en este tipo de cosas, porque yo historieta con personajes fijos no había hecho nunca. Yo siempre hice humor con personajes que de un dibujo a otro cambiaban.
¿Alguna vez pensó en ponerle algún otro nombre que no fuera Mafalda?
No, estaba condicionado porque iba a ser para una campaña de publicidad para un producto que se llamaba Mansfield, y entonces tenía que tener más o menos algunas de las letras de esa marca.
¿Por qué cree que Mafalda ha trascendido internacionalmente? ¿Por qué cree que ha sido publicada en países tan lejanos como la China, por ejemplo?
Porque la temática creo que es común a todos los grupos familiares humanos, estén en China, o en Finlandia, o en América Latina.
Creo que los problemas de relaciones entre padres e hijos, bueno, China es un caso aparte porque pueden tener un solo hijo, pero en el resto del mundo los problemas y los sentimientos que se crean dentro de esos grupos son muy similares en cualquier sitio.
¿Hay algún rasgo de ella o de algún otro personaje que no soporte usted?
No, porque a fin de cuentas lo que hacen mis personajes lo dirijo yo. Si no lo soportara no lo hubiera dibujado. Tal vez Manolito, su amor al dinero, es una cosa que yo no aguanto y, bueno, la exacerbé en este personaje.
¿Y su personaje preferido cuál es?
Digamos que si yo hubiera continuado la historieta, los que eran más ricos para continuar eran Miguelito y Libertad.
Muchos piensan en Guille y se preguntan si tiene algo de su propia infancia.
No. Guille tiene todo de un sobrino mío que en esa época tenía dos años, que hoy es flautista, toca en una orquesta sinfónica, y digamos que copié su estilo de niño mal hablado y desfachatado, que era una nueva generación respecto de Mafalda.
Antes hablábamos de Peanuts y Schulz. ¿Hay algún dibujante que sea su preferido?
Siempre he admirado mucho a Ronald Searle (dibujante inglés, 3 de marzo 1920) y me gusta mucho un dibujante francés que se llama Jean Jacques Sempé (dibujante francés, 17 de agosto 1932). Me parecen lo mejor que hay en este momento y desde hace muchos años.
A Mafalda le gustan Los Beatles, ¿usted también es fan de ese grupo?
Si, un fan terrible. Hasta el día de hoy no he sentido a un grupo que transmitiera la alegría que ellos supieron transmitir.
¿Y escucha a algún grupo que esté componiendo hoy en día?
No, la verdad que no. Me he volcado mucho más hacia la música clásica que a escuchar música popular.
¿Escucha música cuando dibuja?
Cuando empiezo a dibujar en lápiz no, porque me distrae la música. La música me gusta mucho, entonces me distrae de lo que estoy haciendo. Pero cuando paso en tinta lo que está dibujado a lápiz, bueno, puedo escuchar mucha, más tranquilamente.
¿Piensa jubilarse algún día? ¿Decir “basta, no dibujo más”?
No lo sé. No lo sé, porque tengo ganas de hacerlo. La verdad es que la entrega semanal es una cosa que fatiga bastante. Pero al mismo tiempo, pienso que si veo la revista donde se publica mi material y falta mi página, me voy a sentir muy mal.
¿Qué haría si finalmente se jubila?
Supongo que seguiría dibujando. No con la angustia de la entrega semanal, sino que dibujaría para mí. Y cuando pudiera publicar algo, lo publicaría.
¿Qué dirían Mafalda y sus amigos del mundo hoy en día?
Creo que es lo mismo que estoy diciendo con mis páginas de humor. Porque yo en realidad nunca hice diferencia entre mis tiras de Mafalda y el resto de mi trabajo. Para mí es la misma cosa.
¿Por qué Mafalda odia la sopa? ¿Usted odiaba la sopa también?
Sí, pero en realidad esto era una alegoría a los regímenes militares que tuvimos que soportar en esta parte del Cono Sur.
Porque todo lo que impone normas estrictas y hay que hacerlo por obligación, quita la libertad y eso es muy desagradable.
¿Pero a usted le gusta la sopa o no?
A mí me gusta la sopa, sí. No me gustaba cuando mi madre, cuando era chico, me obligaba a comerla, por supuesto. Como no me gustaba que me dieran polenta o ese tipo de comidas.
A los niños, como es notorio, y lo saben muy bien ciertas cadenas de comidas, nos gustaban las papas fritas, las milanesas y todas esas cosas.
¿Y cuál sería el equivalente político de las papas fritas y las hamburguesas?
Hoy es difícil decirlo. Porque los conflictos mundiales no han cambiado gran cosa, pero la humanidad se encuentra por primera vez enfrentada al hecho de ser gobernada por una sola potencia.
Digamos que el equivalente político de la papa frita no existe.
Creo que alguna vez el mundo encontrará alguna otra vez ideales y encontrará un camino mejor que este capitalismo a ultranza.
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