Por: ENRIQUE G. GALLEGOS *
No se puede negar que la FIL es el acontecimiento socio-cultural más relevante de Guadalajara. Otro caso son sus verdaderos o fingidos meritos para la cultura; se entiende: más allá de la parafernalia, la moda y las pretensiones mediáticas que genera. Un lector exigente difícilmente encontrará, por ejemplo, las obras completas de Rimbaud de la famosa Biblioteca de la Pléiade o El ser y el tiempo de Heiddeger en su lengua original. Esto parecería una exigencia estrafalaria si no fuera porque se trata de una feria del libro que se pretende, ostenta y presume como internacional. A decir verdad, cualquier lector avezado sabe que muchos libros son asequibles de forma más económica en las librerías de fuera. ¿Entonces que de relevante tiene la FIL para Guadalajara?
Lo que se dice una buena feria de libros, de libros excepcionales, propios de un suceso internacional, está lejos de serlo. Cierto que se pueden dar varios argumentos sobre su relevancia (derrama económica, aumento de agentes viales, espots en radio y televisión, compra-venta de derecho, etcétera). Pero me quiero concentrar en uno en lo específico: cómo ha servido de contexto social para que surjan movimientos culturales de diversa índole. En particular, la denominada OtraFil encabezada por Gabriela Juárez y Sergio Fong. Y permítaseme matizar: no se trata de que la FIL produzca como consecuencia la OtraFil; no existe una tal relación de causa-efecto. El asunto es más complejo y deriva de trayectorias individuales, de proyectos y expectativas culturales de ambos promotores y, claro está, de visión y terquedad en las convicciones. Porque hay que entender el contexto en el que se produce la FIL, el relativo aumento de escritores, la incapacidad de las instituciones, el sectarismo de los grupos literarios, el secuestro de la burocracia-cultural de la UdeG y la miopía cultural de algunos organizadores.
Ahora bien, la OtraFil tiene antecedentes, aunque poco parecidos. Recordemos la AntiFIL y la ContraFIL de finales de los 90 y principios de 2000 que se realizaban en la Facultad de Filosofía y Letras, y que tenían la particularidad de ser decididamente opositoras, automarginales y contrarias a las posiciones oficiales de la FIL. La OtraFil nada tiene que ver con esta actitud. Gabriela Juárez y Sergio Fong han sabido ser lo suficientemente inteligentes como para no involucrarse en una disputa, en mi opinión estéril, de los que están a favor o en contra de la FIL. No pocos de los que la defienden son personajes que reciben algún tipo de prebenda o que gustan de los reflectores y del relumbrón que se gana al sentarse al lado de Carlos Fuentes, Fernando del Paso, la star del momento del país invitado o, al menos, con Anabel Ochoa. Los que están en contra regularmente son escritores resentidos o frustrados porque no han sido invitados o eran invitados y ahora se encuentran excluidos. ¡Algunos tienen hasta la genialidad de escribir cartas para que Jalisco sea el invitado!
Por ello me parece inteligente que la OtraFil evite esas polarizaciones. A juzgar por la cantidad de eventos (aproximadamente 50), los niveles de participantes (escritores locales, nacionales y algunos internacionales), el impacto mediático y el volumen de asistentes, la OtraFil parece que es un éxito y creo que hasta rebasó las expectativas de los propios organizadores. Pero no está exenta de peligros y riesgos. De mantenerse, en mi opinión la OtraFil se enfrenta a dos peligros principales, uno externo y otro interno. El peligro externo proviene de dos frentes: por un lado, de algunos de los celosos organizadores de la FIL que al sentirse lesionados en sus intereses por un acontecimiento que les roba cámara y que por su propio desenfado y estructura horizontal le permite hacer cosas que la oficial no podría; y por el otro, por arribistas y oportunistas que intentarán apropiarse de la OtraFil o sostener que ellos son sus creadores o que les robaron la idea. No es difícil prever que en la medida en que se fortalezca y adquiera mayor prestigio, será motivo de envidia y de disputa. Hay que decirlo con todas sus palabras: el éxito de la OtraFil tiene sólo dos nombres: Gabriela Juárez y Sergio Fong. Y también en ellos recaerá la posibilidad de su fracaso en las próximas ediciones. Y esto me lleva a los peligros internos: por un lado, que no se atrevan a distinguir la calidad de la mediocridad, al arte de la moral, al arribista del genuino; y por el otro, que sean rebasados por la dimensión del proyecto. Se dice fácil, pero organizar 50 eventos implica un despliegue de esfuerzos, dinero y energía considerable. Lo otro es que no tengan la capacidad de pasar de los nombres a las instituciones; quiero decir, a organizarse formalmente.
Cualquiera que sea el diagnóstico que ellos realicen, la impresión es inevitable: para Guadalajara fue tan importante la OtraFil como ya lo es la FIL. Y más que de oposición, se puede pensar en la forma en que se complementan cada una con la otra. Por caminos distintos, con vocaciones divergentes, con personajes dispares y de orígenes políticos-culturales disímbolos, pero parece que buscan llegar al mismo punto. Al tiempo.
*Poeta y crítico
Tomado de: www.jornada.unam.mx