Autor: Raúl Andrés Méndez Lugo

  • Fiesta del Mitote; tradición de los Coras

    Fiesta del Mitote; tradición de los Coras

    Antroponotas de Nayarit

    LA FIESTA DEL MITOTE EN LA TRADICIÓN DE LOS CORAS DEL GRAN NAYAR.

    Investigación: Johannes Neurath; Guionización: Raúl A. Méndez-Lugo
    (con la colaboración de Philip Edward Coyle, West Carolina University)

     

    1. El complejo mitote del Gran Nayar

    Aparte de las condiciones geográficas de la Sierra Madre Occidental y una larga historia de resistencia, los cuatro grupos indígenas del Gran Nayar comparten un complejo cultural cuyo centro son las fiestas denominadas mitote — ritos agrícolas que se realizan en centros ceremoniales de tradición aborigen y consisten, entre otras cosas, en sesiones de canto chamánico y danzas nocturnas circulares.

    Los coras suelen designar los mitotes con este mismo término de origen náhuatl que significa “danza”, aunque también emplean una serie de sinónimos coras como neira, en el dialecto de Jesús María, o ñe, en tereseño. Entre los huicholes tales fiestas se conocen como neixa, palabra que también se traduce como “danza”. Los mitotes tepehuanes se llaman xiotahl, término de etimología desconocida, mientras que los mexicaneros denominan estas fiestas xuravet, palabra que viene de xu’urabe, el término cora para designar “estrella”.

    2. El concepto de chánaka — el mitote como recreación del mundo

    Para los indígenas del Gran Nayar, el mundo tiene la forma de un quincunce tejido u “ojo de dios” (cora: chanaka). Según la mitología cora, la diosa madre lo tejió con sus propios cabellos y sus hijos lo ensancharon bailando mitote encima de él. Por lo tanto, bailar mitote es recrear el mundo.

    Un canto cora de mitote registrado por Preuss describe cómo la primera fiesta de este tipo se celebraba precisamente cuando la diosa madre (es decir, la diosa de la tierra y de la luna) creó el mundo. Después de sacar a sus hijos de las profundidades del océano primordial, la diosa madre les había asignado las nubes como su morada. Pero…

    “Ahora los dioses se pusieron a pensar: “¿Qué vamos a hacer? Ya estamos cansados de estar colgados aquí”. Se acordaron de su madre, de su hermano mayor y de su padre, y los llamaron: “Ya estamos cansados. ¿Saben cómo pueden ayudarnos?”. Entonces, ella escuchó eso y les dijo: “Busquen algo de ustedes mismos”. Así lo hicieron y se pusieron a buscar. Entonces, ellos agarraron algo de sí mismos que era tierra y de esto formaron una bolita. Cuando terminaron de hacer eso, llamaron a su madre, a su hermano mayor y a su padre. A su madre le dieron lo que habían agarrado de sí mismos. Ella lo recibió y pensó: “¿Qué voy a hacer con eso?”. Entonces, ella se acordó del niño, de Nuestro Hermano Mayor, y le dijo: “Ahí pon tus flechas, ponlas cruzadas, una encima de la otra”.[1] Así lo hizo y así colocó sus flechas. Entonces las amarró en medio con un nudo. Cuando terminó esto, llamó a su madre y le dijo que ya había terminado. Entonces, ella se puso a pensar, y se acordó de sus cabellos. Ella arrancó un mechón y lo tejió.” (Preuss, 1998 [1908a]: 257-258)

    Lo que se describe en el canto es la elaboración de un objeto de forma romboide que se conoce comúnmente como “ojo de dios” (cora: chánaka, huichol: tsikuri). Se trata de una artesanía bastante común que, sin embargo, para nada carece de significación religiosa, ya que, a partir de un tejido de este tipo, fabricado con las flechas del dios Hermano Mayor y los cabellos de la diosa madre, se elaboró la superficie de la tierra. El canto continua:

    “Una vez que hubo tejido sus cabellos, ella tomó la tierra y los cabellos y los colocó encima de las flechas y los ordenó. Así lo dejó para los dioses. Entonces, ella dijo a sus hijos: “Párense encima de esto. Se pararon ahí y empezaron a pisarlo con los pies. Lo estiraron mucho hasta que terminaron. Entonces, ellos informaron a su madre, su padre y su hermano mayor: “Aquí es, hicimos como nos habían encargado”. “Está bien”, dijo Nuestra Madre, y les dijo: “Aquí van a quedarse”. Allá, ella dejó a los dioses. Nuestra Madre lo bendijo y lo llamó “mundo”. Así, con estas palabras, lo terminó. Aquí dejó a los dioses y todo: piedras, árboles, zacate, agua y el dios del agua [Txákan]. Allá dejó a todas las aves y las fieras. Así lo terminó y también dejó los seres humanos y todos los animales domésticos: vacas, mulas, caballos, burros, borregos, puercos, pollos y gatos. Aquí en la tierra, ella dejó todo lo que hay. Así lo terminó y se va quedar enmedio, arriba de nosotros. Nada hace falta y se va quedar para siempre. También a nosotros, a sus hijos, nos dejó un poco, para un día. Así terminó” (Ibídem).

    Preuss explica que, durante este canto, la danza de mitote comienza exactamente cuando la diosa madre dice, a través del cantador: “Párense encima de esto” y el canto continua con las palabras “Se pararon ahí y empezaron a pisarlo con los pies”. Danzando, los antepasados extendieron el tejido de forma romboide, o enjaretado con tierra, que es el mundo. Por eso, cada celebración de un mitote significa actualizar los acontecimientos míticos de la creación.

    3. Los mitotes como fiestas agrícolas

    La renovación del mundo puede considerarse el tema general de todos los mitotes. Sin embargo, cada comunidad y cada grupo parental del Gran Nayar celebra varios mitotes al año, con fechas movibles que se rigen según el calendario agrícola y se relacionan con fases particulares del ciclo de cultivo. Por lo común, aunque no siempre, se celebran tres fiestas al año: un mitote se relaciona con la siembra y el comienzo de la temporada de las lluvias, fecha que coincide con el solsticio de verano; la segunda fiesta del ciclo es el mitote de los elotes o primeros frutos, celebrado al término de las lluvias; el tercer mitote, muchas veces llamado “fiesta del maíz tostado” o “del esquite”, se relaciona con las semillas ya cosechadas y almacenadas, así como con la preparación de los coamiles, que se lleva a cabo durante los meses de la época de sequía.

    4. Los rasgos estructurales del mitote.

    Los mitotes de los cuatro grupo indígenas del Gran Nayar no son iguales, sino que deben entenderse como partes de un sistema regional de transformaciones. Referiéndose a la religión de los coras, huicholes y mexicaneros, Preuss constató que “… comparten básicamente las mismas ideas antiguas, aunque las fiestas son bastante diferentes en su ejecución y en su número. Por eso, cuando no se entienda algún detalle de una ceremonia en particular, es muy aconsejable hacer comparaciones con las fiestas correspondientes de los otros grupos. Eso lleva a mejores resultados que las meras especulaciones” (Preuss, 1998 [1908b]: 267).

    Con base en los estudios mencionados, tentativamente, podemos afirmar que los mitotes nayaritas comparten una serie de características estructurales:

    -El patio. Los centros ceremoniales o patios donde se celebran los mitotes representan a todo el universo, en tanto que las jerarquías de los sistemas de cargos representan a todos los dioses (cfr. Preuss, 1908c; 1911; 1912; Neurath, 1998; Reyes, 2001). En el centro del espacio circular se ubican el fuego y su representante e interlocutor, que es el cantador. Por lo demás, los detalles de la arquitectura y de la parafernalia varían considerablemente. En un extremo encontramos los centros ceremoniales tukipa de los huicholes orientales (de las comunidades de Waut+a, Tuapurie y Tutsipa), que muestran la arquitectura y los simbolismos cosmológicos más complejos, con varios adoratorios xirikite y un gran templo tuki agrupados alrededor de un plaza central (cfr. Neurath, 1998). En el otro extremo, entre los coras, tepehuanes del Sur y mexicaneros, grupos que durante La Colonia sufrieron una mayor persecución religiosa, encontramos patios muy sencillos, casi camuflajeados, que, a veces, se ubican en el monte, lejos del poblado. Ahí, las estructuras ceremoniales son de varas y piedras sin labrar, y se erigen solamente para los días de la fiesta, tras los cuales se vuelven a desarmar y ocultar.

    -La música y la danza. Como se ha señalado, el movimiento dancístico levógiro de la danza se asocia con la reactualización de la creación del mundo. Pero, más específicamente, los participantes de la danza y las coreografías realizadas pueden asociarse o con los muertos que bailan mitote en el inframundo, o con los brincos de los venados, o con los sapos que se consideran animales que atraen la lluvia, o con el movimiento de las nubes y de los remolinos, o con las estrellas que giran en el cielo. Todos estos seres o elementos de la naturaleza se asocian con la fertilidad, las lluvias, el mundo de abajo y la noche. Por contraste, el altar o el adoratorio ubicado en el extremo oriental del patio, invariablemente, representa el mundo de arriba, el cielo y el desierto.

    En lo que se refiere al aspecto organológico de los mitotes, los cantos coras, tepehuanes y mexicaneros son acompañados generalmente por el arco musical (cora: tunama, tepehuan: gat, náhuat: tawitol), cordófono que los huicholes no usan, sustituyéndolo (solamente en las fiestas que corresponden a la temporada de las lluvias) por el tambor tepu, un instrumento membranófono igualmente sonoro y percutido de una manera monótona e inductiva de trance.

    -Los cantos. Sobre todo en los cantos huicholes es muy común que el cantador dialogue con una serie de deidades que hablan a través de él mismo. El cantador interroga a las deidades presentes sobre la causa de ciertos enojos, enfermedades, irregularidades climáticas y otros problemas, y negocia con ellos la manera de resolverlos a través de los sacrificios ofrecidos a los mismos dioses. Aquí, naturalmente, el margen de improvisación es muy amplio, ya que el contenido de los diálogos siempre depende de las circunstancias actuales. Sin embargo, dentro de los mismos cantos también se recitan textos altamente estandarizados que, entre los huicholes, se conocen como kawitu. Estos son auténticas epopeyas cuya recitación dura entre una noche y tres días con sus noches (Preuss, 1998 [1907]: 159).

    -La geografía ritual. Por otra parte, todo mitote implica una serie de peregrinaciones hacia los extremos del mundo que tienen que realizarse antes o después de la celebración de la fiesta. Asimismo, caminando por las rutas de peregrinación que llevan del centro a los cuatro rumbos también se dibuja sobre el paisaje la figura del ojo de dios o chánaka que es la representación de la estructura mítica del mundo.

    Los intercambios rituales entre los seres humanos y sus antepasados deificados son la razón principal de que fiestas y peregrinaciones siempre vayan juntas. Por una parte, se invita a los dioses a que vengan de los lugares sagrados del paisaje, que son sus moradas, para asistir a las fiestas que se celebran en los patios de mitote. Después, en las peregrinaciones, se visita a los mismos dioses en los lugares donde viven. La sangre de los animales sacrificados “hace hablar a las ofrendas”, que se entregan a los dioses durante las visitas a los lugares sagrados. En su regreso de estos lugares, los peregrinos traen “aguas benditas”, líquidos que se “juntan”, posteriormente, en las ceremonias (cfr. Coyle, 1997; 2000; Neurath, 1998).

    -Mitotes de rancho y mitotes comunales. En el Gran Nayar, la realización de fiestas del tipo mitote también se vincula con un tipo muy específico de organización social. Se trata de una estructura triádica que se compone, por un lado, de los grupos parentales, generalmente bilaterales, que celebran los llamados “mitotes de rancho”, y, por el otro lado, de la organización comunitaria que cuenta con centros ceremoniales de tradición aborigen, donde se realizan los mitotes de la comunidad, y con templos católicos, donde se celebran las fiestas de un ciclo que corresponde a las fechas establecidas por la iglesia (Neurath, 1998; 1999; Jáuregui et al., s.f.).


    rmendez1960@hotmail.com

    @RMendezL

    Foto: Johannes Neurath.

    [1] El narrador menciona explícitamente que las flechas fueron colocadas en las direcciones Norte-Sur y Este-Oeste.

     

  • Fabrica textil de Bellavista

    Fabrica textil de Bellavista

    Reseña histórica de la Factoría de Hilados y Tejidos en Bellavista, Nayarit; México.

    Primera de II partes

    El Occidental. 23 de junio de 2010.

    Colaboración de: Saúl Armando Llamas López.

    Don José María de Castaños y Llano (1796-1846), nació en Santander, España el 11 de septiembre de 1796, hijo legítimo de Juan José de Castaños y Larrasolo oriundo de Baraceldo y de María Tomasa de Llano y Álvarez oriunda de Portugalete ambos lugares en el Señorío de Vizcaya, estudió en la escuela náutica de Santander. Llegó a la Ciudad de México en 1810 (en el tiempo que se dio el Grito de inicio de la Independencia de México, 16 de septiembre de 1810), con su tío don Antonio de Llano y Álvarez, después capitán del batallón de Leales de Fernando VII y dueño de las grandes haciendas de Chapulimita y Casa Blanca en las inmediaciones de Ahualulco, los que pasaron a residir a Guadalajara.

    De allí pasó a Tepic en donde hizo regular fortuna en el negocio marítimo antes de casarse con Gabriela de Lazcano y Sagaz de Cañizares, hija de vasco y tepiqueña en 1824, tuvieron dos hijos: José María y Juan José de Castaños Lazcano, como agente viajero sirvió a la casa Barrón-Forbes, constituida por el cónsul inglés Eustaquio Barrón (1790-1859) y el cónsul estadounidense Guillermo Forbes Sempill (1790-1884), grandes comerciantes en el corredor San Blas-Tepic-Guadalajara, a quienes prestó sus servicios en calidad de capitán de barcos, su negocio siguió en ascenso hasta tener barcos propios que hacían ruta desde San Blas, hacia los puertos de Mazatlán, San Francisco, California y hacia el Oriente, Macao, principalmente, dentro del imperio de la China. Fue el primero que introdujo el peso mexicano en Asia. Nombrado Cónsul de los Estados Unidos y de España.

    En 1839, junto con Vicente García Granado, fundaron una casa comercial, en el puerto de Mazatlán, entre estos años se le da el mando de la Aduana de San Blas.

    En 1840 observó un terreno que se encuentra en el área de la Cofradía de Animas Benditas de la parroquia de Tepic, hace solicitud para comprarlo,monseñor Diego de Aranda y Carpinteiro cuyos principales socios son él (con dos terceras partes del capital) e Ignacio Fletes (jalisciense, con la tercera parte), tomando en cuenta que este espacio es un polígono que tiene como límites naturales, el Arroyo de Minitas (Troncón Cuero de Vaca), Cumbre del Mirador (hoy Cerro del Vigía), Ixtete, río de Tepic, calderas del rancho de don Antonio de la Paz, Mojoneras puestas por la hacienda de Puga (del que fue dueño), Loma del Sapo y cerrando nuevamente con el Arroyo de Minitas, para esto su hijo José María de Castaños Lazcano, estudió en Bélgica, en los tiempos de la Revolución Industrial Textil y Haciendas en Europa, conoció una factoría en la comunidad de Gante, una réplica exacta, llamada “Bellevue”, admirado por la singularidad y belleza de la fábrica, su padre y él, trajo consigo al ingeniero Juan Bregeman con planos, maquinaria, cantera con techos desarmables, herreros, ladrilleros y técnicos del Viejo Continente, desembarcando en el puerto de San Blas y aprovechando la corriente del río Mololoa para llegar a este punto. En 1841, don José María de Castaños y Llano, adquiere el terreno llamado “La Jordana”, con el obispo de Guadalajara, monseñor Diego de Aranda y Carpinteiro, a su vez conmemorando su cumpleaños número 45, nace así, el 11 de septiembre de este año, “La Fábrica Textil de Bellavista”, así como tiendas de raya y docenas de casas de uniforme fisonomía de adobe, con techo de teja y de dos aguas, que fueron destinados para los obreros, en un lugar conocido como “La Cuadra”.

    En 1843 le envió sus técnicos a don José Palomar, después Gobernador de Jalisco, al que Tepic pertenecía, como séptimo cantón, también se asoManuel Lozada ció don José con el español don Francisco Martínez Negrete, para la construcción de la fábrica textil en Atemajac, llamada La Prosperidad (también en Guadalajara se fundó la fábrica La Escoba, en 1841), así como la fábrica de papel El Batán y en La Experiencia, propiedad de los señores Manuel Olasagarre, Sotero Prieto y Compañía, posteriormente, en 1866, se fundó la fábrica de Río Blanco, ubicada primero en El Salto y años después trasladada a Zapopan Jalisco, don José María de Castaño y Llano construyó una soberbia mansión, hoy declarado monumento histórico en la ciudad de Tepic, en las calles de avenida México e Hidalgo, casa que ocupara después la poderosa Casa Aguirre, constituida por los vascos-españoles Juan Antonio y Domingo Aguirre, su sucesora. Allí murió el 20 de mayo de 1846, dejando su capital seriamente comprometido. A su muerte siguió la lucha entre la Casa Castaños (Los Changos) y la Casa Barrón y Forbes (Los Macuaces) para obtener el predominio de la región, aliándose la segunda con el temible forajido Manuel Lozada “El Tigre de Álica”, viéndose precisados Los Castaños, a salir de Tepic para ir a radicar en Guadalajara.

  • Personajes de la revolución en Nayarit

    Personajes de la revolución en Nayarit

    ANTROPONOTAS

    GRAL. MARTIN ESPINOSA SEGURA

    221752_10151517436445380_2063154323_nGral. Martín Espinosa Segura: Nació en Escuinapa, Sinaloa, el 11 de noviembre de 1880. Fue hijo del matrimonio integrado por don Trinidad Espinosa y doña Liboria Segura. Se unió en matrimonio con María Luisa Fuentes, habiendo tenido 4 hijos; Roberto (conocido como Roberto Keny, artista y gran técnico en electrónica), José Liborio, Salvador y Guadalupe. Fue un hombre generoso.

    Inicia su carrera militar en la Revolución en la toma de la ciudad de Mazatlán. Fue jefe militar y gobernador del territorio de Tepic.

    Con el grado de coronel, Rafael Buelna Tenorio es jefe de su Estado Mayor y en el año de 1913, nombra al “Granito de Oro” jefe de la Revolución en el sur de Sinaloa y en el territorio de Tepic, al ser herido en la ranchería de Cucharas.

    El Gral. Martín Espinosa Segura formó parte de la Convención de Aguascalientes, ocupando la Comisión de Gobernación, en octubre de 1914. Fue un soldado honesto, hombre de lealtades y de un gran espíritu limpio que sirvió a la Revolución y mantuvo en lo más alto el nombre de Escuinapa. Vivió sus últimos días en el D.F., pensionado, regresando a Sinaloa casi ciego a vivir con su hermano Andrés en Apoderado, donde falleció el 17 de marzo de 1935.

    En esta imagen se observan al Vicepresidente de México José María Pino Suarez, al Secretario de Comunicaciones y Transportes Ing. Manuel Bonilla y al Gral. Martín Espinosa Segura, Jefe Maderista, Político y Militar del Territorio de Tepic, la foto fue tomada en el interior de la Casa Aguirre (hoy Centro de Arte Contemporáneo Emilia Ortiz) el 20 de febrero de 1912, después de la inauguración de la Estación del Ferrocarril de Tepic.

    Presidente Francisco I. Madero, Sra. Sara Pérez de Madero, María Luisa Fuentes de Espinosa, Gral. Martín Espinosa Segura, Jefe Político del Territorio de Tepic, Aurelio Fuentes Dávila e hijo, Gobernador de Aguascalientes. Castillo de Chapultepec, abril de 1912

    Anexo texto enviado a Reliquias Revolucionarias del Grupo Reforma por Julio Octavio González

    El General Martin Espinosa Segura, tío de mi abuelo el General Juventino Sánchez, indujo a mi abuelo a ingresar al Ejército a los 19 años de edad.

    En Acaponeta, hoy Nayarit, había nacido el General Martín Espinosa, liberal mexicano, fiel defensor de las instrucciones y la legalidad, y al grito de ¡Viva la Revolución! ¡Viva Madero! ¡Vamos a la bola! había abrazado las causas de este movimiento armado.

    GRAL_ MARTIN ESPINOZA SEGURAEl General Espinosa logró reunir un nutrido ejército de campesinos que abandonaron su lugar, su familia, para luchar en busca de la reivindicación de sus derechos, de su dignidad, que les arrebatara el hacendado.

    Como miembro de esa bola revolucionaria, se había incorporado el joven Juventino Espinosa Sánchez, nacido el 25 de enero de 1891, en San Felipe Aztatlán, Nayarit; era sobrino de Martín Espinosa, con el grado de Sargento 1o; de quien había recibido grandes enseñanzas y nutrido de un bagaje de ideas liberales, procedentes y transmitida por los hermanos Flores Magón y a pesar de su juventud, conocía los rigores de la dictadura y los grandes daños que había causado a la clase trabajadora, por eso decidió abandonar la comodidad del hogar, la ternura y el amor de su familia para luchar en las filas de la Revolución.

    Sus primeras acciones militares se encaminaron a rescatar las poblaciones del norte, en poder de los jefes políticos de la dictadura, supliéndolo por gente identificada con la revolución maderista. El pueblo tenía sed de justicia, querían la caída del dictador, por eso seguían sumándose más voluntarios, más simpatizantes, más revolucionarios.

    Las tropas del General Martín Espinosa se vieron engalanadas con la llegada del luchador sinaloense Rafael Buelna, nacido en Mocorito el 23 de mayo de 1891, quien dejó sus estudios en el Colegio Rosales de Mazatlán, Sinaloa, para unirse a las fuerzas maderistas que comandaba Espinosa; su valor, su arrojo y sus sorprendentes estrategias militares habrían de ser determinantes en los triunfos que lograría más tarde esa columna revolucionaria.

    Con la incorporación de Rafael Buelna Tenorio, las tropas revolucionarias del General Martín Espinosa y de su sobrino Juventino siguieron avanzando al centro del territorio, rescatando las poblaciones de Rosamorada, Tuxpan y Ruiz. Antes de llegar a Santiago se libró una dura batalla en las Lomas de Ixcuintla, habiendo salido victoriosos, gracias al valor y arrojo del joven revolucionario sinaloense Rafael Buelna, triunfo que les despejaría el camino para avanzar hacia Tepic.

    El 25 de mayo de 1911, las tropas revolucionarias, de los Espinosa y Buelna, tras derrotar a los porfiristas que tenían en su poder a la capital del territorio, tomaron Tepic, a donde entraron victoriosos.

    El General Martín Espinosa fue nombrado jefe político del territorio de Tepic, en sustitución del Gral. Mariano Ruiz; el flamante Coronel Rafael Buelna, Secretario de Gobierno, mientras que el capitán Juventino Espinosa Sánchez también formó parte de su equipo.

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