Por: César Delgado Martínez.
Viacrucis por las calles de Rosamorada. Cristo carga la cruz. En otras vías los judíos coras pintados los cuerpos de negro buscan a Jesús para matarlo. Dos tradiciones en torno de Cristo Jesús. Dos “elencos” que no dialogan. Que no se miran ni se oyen. Porque unos son indios y los otros católicos, apostólicos y romanos.
Los cuerpos en ambas representaciones simbólicas se transforman. Los malos que ajusticiarán a Jesús en un lado son blancos y en otro, extraordinariamente, negros. Los católicos con un vestuario pulcramente cuidado y los coras con “lo que caiga”. Ambos grupos se acompañan de un tambor. Sólo los indios hacen uso de la flauta.
Las calles son el escenario. Los católicos tienen una ruta fijada de antemano. Los coras se mueven sin plan determinado. El objetivo es el mismo: matar a Jesús, aunque la forma es diferente. Los católicos ya lo aprendieron, mientras los coras no han podido dar con él.
Los pasos dejan las huellas de los que siguen la tradición. Nadie molesta a nadie. Cada quien tiene su tiempo y su lugar. No hace falta para este respeto las leyes escritas. Aunque los coras de San Juan Bautista traen un permiso firmado y sellado por sus autoridades.
La línea domina en la formación coreográfica-musical-teatral de los coras. Danzan con pequeños pasos marcados por la tradición. Los católicos eluden a la danza, su representación es dramática, no se abre a lo lúdico. Dos líneas de romanos se imponen en el cortejo. Jesús es azotado. El cuerpo castigado. El culpable merece sufrir. No basta con la muerte. Hay que darle escarmiento.
El final de la tragedia es sabido. Jesús debe morir en la cruz. Los católicos conocen esto de sobra. Los coras de San Juan Bautista son cautelosos en su representación. No sabemos dónde encontrarán a Jesús. Ignoramos cómo le darán muerte.
En ambos casos. Es el teatro vehículo para cultivar la tradición. Es medio que sirvió –y sirve- para afianzar la religión católica. Aunque con visiones diferentes. Con formas que no se tocan. Con miradas que no se corresponden. Con cuerpos que se construyen (socialmente) de manera diferente. El teatro que se nutre de otras expresiones simbólicas y artísticas.
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