A Itza, la mamá de la pollita.
Por: César Delgado Martínez.
Cuando Natalia Brambila, lanzaba su voz al aire, voz murmullo de olas que vienen del mar, que da en el blanco perfecto: en las vísceras de los esperadores. En ese preciso momento, como las sabias chamanas atrajo a la lluvia, que se fundió con su canto e inundó las calles del centro de Mazatlán como si no hubiera suficiente con el mar aquí cerquita.
Afinadísimo. Rompe con los recitales que ofrecen las sopranos en diversas partes del mundo. Vocaliza Natalia Brambila, al inicio de la presentación, haciendo gala de su formación y entrenamiento en la danza, sobre todo la contemporánea. Su cuerpo elástico va y viene. Sube y baja, mientras poco a poco va saliendo su voz-arrullo. Como si no quisiera o no pudiera hacerlo… para dar paso a esa voz-potente-dulceamarga-gozosa y sufridora al mismo tiempo.
¡Ay Natalia! ¡Me vas a romper el corazón! ¡Por qué no cantaste esas arias de ópera que entonan las sopranos y con las cuales tienen el éxito asegurado! ¡Por qué no te aventaste una canción llegadora del filósofo José Alfredo! ¿Por qué? Preferiste de plano en tu varipinto programa entrarle a las arrasadoras comedias musicales de Brodway. Sin recato alguno.
Encantadora, seria, coqueta, risueña, triste e indignada. Voz, danza y teatro. Natalia Brambila como gitana es poseída por el duende para beneplácito y disfrute de los espectadores. Todo lo envuelve. Se transforma. Deja de ser la chiquilla misteriosa para ser la cantante de altos vuelos. La lluvia haciendo ruido en el techo del recinto cultural, le hace los mandados. No la deja cantar a sus anchas la última pieza de su repertorio. Pero de pronto desaparece.
Así da paso. Al encore. El pilón. Dos canciones de las que cantaba Amparo Ochoa. La mujer de la voz libre. La fémina que fue vencida por el cáncer. Se va la vida por el agujero, como la mugre en el lavadero… Vieja canción de León Chávez Texeiro, que con Natalia Brambila se entremezcla con elementos musicales contemporáneos y con la misma voz inconfundible de la dama nacida en Costa Rica. La que fuera maestra rural antes que ser cantora.
¡Bravos! Aplausos. El público de pie. Natalia Brambila sonriente. Agradece. Se emociona más allá de la actuación… Sólo falta preguntarle: ¿Por qué con esa voz, ese temple, ese lunar que no tienes junto a la boca vives en una ciudad como Querétaro?
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