Digan lo que quieran contra la universidad. Es el momento. Lancen otra vez esas acusaciones que se repiten como fórmulas envenenadas: claven los dardos maledicentes en la víctima universitaria que más les guste.
Aquí estoy yo con el pecho abierto.
Siéntanse más sabios que sus viejos profesores, esos jubilados que pronto no tendrán pan para llevar a casa; siéntanse valientes, eríjanse en jueces desde su llameante púlpito; atasquen las redes sociales de frases hechas y consignas, e ignoren lo que la universidad les ha dado a lo largo de su vida; olviden que pudieron obtener un título casi sin costo y que su enseñanza mayor es que no debe haber crítica, sin autocrítica previa.
Dejemos que los hijos devoren a la madre nutricia y que no encuentren paz quienes soñaron al amparo de esta noble institución; que la flagele el gobernador, que la desaparezca el presidente, que la ensucien los diputados en nombre del verbo retorcido de los enemigos del Alma Mater; hablen, vociferen, conviértanse en verdugos, pasen a la historia como ejecutores de la universidad.
Yo me quedo con esto que sé: que muchos de esos que la enlodan hoy, se beneficiaron de ella ayer; y que en los cincuenta años de historia universitaria han ocurrido más cosas buenas que malas. Pero las malas son escandalosas y las buenas son invisibles, intangibles.
Me quedo, por tanto, con las cosas buenas. Esas que están en silencio, calladas, forjando un destino, una buena acción y un buen desempeño en algún rincón de nuestra sociedad.
Fotografía tomada de la PF de la Universidad Autónoma de Nayarit
- La UAN ¿reducida a MINI universidad? - septiembre 20, 2021
- Siempre UAN, más allá de la maledicencia - noviembre 19, 2019
Deja un comentario