Rinden homenaje luctuoso al director teatral nayarita, Jorge Ramírez Torres
Se le recordó con un minuto de aplausos
Tepic, Nayarit/ Festejar las acciones de quien en vida fueron de gran orgullo y satisfacción para muchos nayaritas, fue lo que se conmemoro la tarde de este viernes 12 de agosto en el microFORO Jorge Ramírez donde por un minuto de aplausos se rindió homenaje en memoria a el maestro y teatrero nayarita Jorge Ramírez Torres quien hoy día cumple 21 años de su deceso, dicho homenaje fue acompañado de un breve ensayo en vivo a cargo del grupo de teatro “Júbilo Colectivo” e invitados especiales.
Una tarde de verano llena de sentimientos encontrados y de grandes recuerdos que se tienen del maestro, quien en vida formo parte importante de esta trayectoria teatral en nuestro estado, y que a pesar de las circunstancias en las que se vive a diario en la vida de un artista, Ramírez Torres siempre tenía claro que lo suyo era transmitir sentimientos vivos a través del teatro y que su mayor pasión era la enseñanza, por lo que ahora se le recuerda con tanta alegría, ¡Viva el maestro Jorge Ramírez!.
Esta manifestación cultural como muchas otras son parte del abanico de programación que se tiene contemplado en rumbo al 13° CITA (Coloquio Integral de Teatro y sus Alternativas), así como también en Ruta al arte, cultura e historia del Centenario de Nayarit, a celebrarse en Febrero 2017.
El muy querido mimo suizo, conocido en diversas partes del mundo, falleció la noche del martes 19 de julio a los 80 años en su casa de Centovalli, en el Tesino, confirmó su hija Masha. “Mi padre dijo que se sentía mal. Se acostó en su cama y murió”.
“Dimitri era una fuente de inspiración y uno de los personajes del espectáculo más importantes de Suiza”, declaró el ministro helvético de Cultura, Alain Berset. “Suiza echará de menos su poesía y su arte que hacía reír a la gente, que la hacía feliz”, agregó el funcionario.
En efecto, sus últimas seis décadas el famoso mimo las había consagrado a su misión de divertir a su auditorio. “Sin risa se puede sobrevivir, pero no vivir”, había dicho.
“Para mí el humor y el amor son una misma cosa”, agregó durante una entrevista el pasado mes de septiembre con ocasión de su octogésimo aniversario. Evocó entonces su miedo a la muerte, pero sobre todo a la muerte ligada al sufrimiento y a la enfermedad.
Dimitri Jakob Müller, el “Chaplin suizo”, se encontraba aún en escena el domingo pasado en el Teatro Monteverita, en Ascona, ciudad tesinesa que lo vio nacer en 1935 y en donde, desde los siete años, descubrió su destino de hacedor de alegría.
Artista infatigable, convencido de que lo imprescindible de una sonrisa, Dimitri fundó un teatro junto con su esposa Gunda, además de la Scuola Teatro Dimitri, un colegio de artes escénicas.
Todavía en septiembre, el mimo había expresado su deseo de continuar en escena y de realizar un filme con el cineasta Mohammed Soudani.
Dimitri hablaba entonces de su suerte de ejercer “el más bello oficio del mundo” y compartía su secreto de mantenerse activo y en buena salud: tres horas de ejercicio cotidiano y regularidad en sus presentaciones.
Adoraba los aplausos y se sentía feliz al recibirlos. Sin embargo, para él, como lo señaló en esa charla, el éxito no era un asunto personal, sino algo “que concierne a toda la comunidad de payasos, a toda nuestra congregación”.
Dimitri nació el 18 de septiembre de 1935 en Ascona (Tesino). Sus padres: el escultor y arquitecto Werner Jakob Müller y la artista del tejido Maja Müller Tschirren.
A muy temprana edad decidió convertirse en payaso y luego de una aprendizaje como alfarero cerca de Berna, empezó su formación artística en París, especialmente bajo la batuta de Marcel Marceau.
Desde 1959 empezó a actuar solo y conquistó el corazón de los suizos durante sus ‘tournées’ por toda la geografía helvética con el circo suizo Knie.
Casado Gunda Salgo en 1961, tuvo cinco hijos, tres de los cuales son reconocidos artistas.
Un año después de su matrimonio se anotaba un triunfo más con un impresionante solo en el Festival Internacional de Mimo de Berlín.
Dimitri recibió numerosos premios, incluyendo aquel de la Ciudad de Winterthur (1969), l’Anneau Hans Reinhard (1976) del SwissAward de Cultura (2009) y el SwissAward por toda su carrera (2013).
El mimo suizo fue incluido en el Salón de la Fama en 1995.
No existe el tiempo y el espacio dicen algunos, no hay fronteras terrenales, dicen otros…
Por: Flavio Vladimir Rivera Michel
Quizá una de las primeras recomendaciones de Dios hacia sus hijos sea: “cuando dejes éste mundo, déjalo mejor de como lo encontraste… y si dejas huella, que sólo sea en los corazones de la gente “…
Estas dos consignas que en algún lado leí, aplican perfectamente en la figura personal y artística de Jaime Buentello Bazán. Un ser diferente y adelantado 30 años a su tiempo, de vertiginoso proceder artístico, enérgico en su trato, pero con la diplomacia de hombre de mundo, derivado quizá, de haber sido un espíritu viejo que vino a cumplir su tiempo terrenal y por eso a nosotros nos pareció un sueño fugaz.
Me quedaría corto y pecaría de inexperto queriendo hacer una biografía del artista, sólo escribiré lo que como su alumno conocí, leí o me enteré sobre su caminar en la danza folklórica desde el primer contacto que tuvo con en ella, al lado del maestro Javier Chapa en su natal Monterrey, donde fue bailarín y curioso alumno investigador de las festividades de los pueblos de la Sultana y sus bailes conmemorativos.
Siguiendo su destino se va a la ciudad de México para aprender de las grandes figuras de la época. Su talento en el folclor lo llevaría a Europa como Director Artístico del Grupo Xochipilli ,que dirigía la maestra Graciela Vellido, logrando un rotundo éxito y adquiriendo una experiencia que lo instalaría para siempre en el firmamento de los grandes Maestros de la Danza en México, dada la rentabilidad artística de sus creaciones (que se bailan en todo el país) y por la importancia de sus trabajos de investigación de las etnias de Nayarit, dando origen a una corriente folklórica que permanece en el tiempo y al parecer es única en México, ya que en el año 2010 el INBA, reconoció su legado, haciendo un homenaje in memoriam en la Sala Miguel Covarrubias de la UNAM, avalado por el Centro de Investigación de la Danza “José Limón” e impreso en la edición “Una vida en la Danza. 2a. Época “, reconocimiento instituido originalmente por el maestro José Segura, también mentor de Buentello Bazán en sus inicios.
Su trabajo en nuestro Estado es grande y generoso.
Su lema, “por la divulgación del folklore”, lo convierten en el hacedor y padre de la Danza Folklórica en Nayarit, ya que formó miles de bailarines y miles de Maestros de Danza Regional Mexicana en la escuela que fundó y que sigue vigente hoy en día, convocando alumnos de todo el territorio nacional y dejando en el tintero, por su muerte, una especialidad de formación de Maestros Investigadores que sería la primera en su tipo en el país.
Solamente unos cuantos, fuimos sus alumnos directos; lo padecimos, lo disfrutamos y por ósmosis nos transmitió el amor al folklore que nos identificó para siempre en el argot como “hijos de Buentello”, y como él decía, “una voluntad firme y disciplinada es el camino del éxito”. Así nos formó y educó para darle de trancazos a la vida, convirtiéndose literalmente en nuestro padre.
Éste intento de semblanza es una pequeña muestra de respeto y afecto para mí gran Maestro Jaime Buentello Bazán, nayarita por elección, al que hoy, a casi 35 años de su partida, en su honor, me pongo de pie y quitándome el sombrero, le brindo una ovación de aplausos hasta donde se encuentre… Sea.
Se celebra con gran éxito el 4° Concurso de Declamación con poemas de Amado Nervo.
La Asociación Propulsora de la Obra de Amado Nervo, junto con la Asociación de Periodistas y Escritores de Nayarit, APENAC, y la Organización Nayarita para Desarrollar el Arte, ONDA; llevaron a cabo la cuarta emisión del Encuentro con Amado Nervo, un concurso de declamación con los poemas del insigne bardo.
Las categorías del concurso incluyen preescolar, primaria y secundaria, y en todas ellas la participación fue entusiasta y de gran calidad interpretativa, como mencionaron los miembros del honorable jurado calificador, que estuvo conformado por la actriz y declamadora Martha Hernández Drewien, la maestra y declamadora Rocío Rolón Hernández, el periodista y orador Arturo Jiménez Soriano y el escritor y comediante Sergio Ramírez Barba, Pica Lica.
El esfuerzo en general es coordinado y orquestado por el poeta Octavio Campa Bonilla, quien con su entusiasmo y empeño, ha venido concretando por cuatro años ininterrumpidos, el Encuentro con Amado Nervo.
La calidad de las niñas y niños participantes, obliga a decir que todos son ganadores, no obstante por tratarse de un concurso, siguiendo las reglas publicadas en la convocatoria y tras una concienzuda deliberación, el honorable jurado calificador decidió los siguientes primeros lugares:
Preescolar
1° Valentina Nava Messina
2° Leonardo Quetzalcoatl Tovar Jiménez
3° Kamila Alejandra García Rocha
Primaria
1° Daniel Lehabim Pardo Muñoz
2° Danna Valeria Chaparro Arias
3° Naomi Karene Sanjuan Villanueva
Secundaria
1° Gaudencio Hazael Villaseñor Espinoza
2° Kerén Mayanari Amillano Guzmán
3° Emma Mariana Arias Camacho
Felicidades a participantes, organizadores, profesores y padres de familia, por tan significativo esfuerzo que permite mantener viva la palabra del poeta y contribuye a la promoción cultural en la sociedad nayarita. Enhorabuena y que vengan muchas emisiones más.
No esperes, campesino polvoriento, después de tu sudor la luz completa y el cielo parcelado en tus rodillas. Levántate y galopa con Zapata.
Pablo Neruda
Emiliano Zapata Biografía
Ante la imposibilidad del gobierno federal de acabar con el movimiento y la amenaza que Zapata suponía, Venustiano Carranza encargó la campaña del sur a Pablo González, que junto con Luis Patiño y Guajardo, se confabularon para asesinar a Emiliano.
Haciéndole creer que iba a pasarse a su bando y que les entregaría municiones y suministros, el coronel Jesús Guajardo que dirigía las operaciones gubernamentales contra el ejercito libertador del sur, logró atraer a Zapata a un encuentro secreto en la hacienda de Chinameca, en Morelos.
Cuando Zapata, acompañado de diez hombres, entró en la hacienda, los soldados que fingían presentarles armas lo acribillaron a quemarropa.
Pablo González trasladó el cuerpo a Cuautla y ordenó fotografiar y filmar el cadáver para evitar que se dudase de su muerte. Los restos mortales de Zapata fueron expuestos al público sobre una caja en la inspección de policía. La acción causó una enérgica condena de la opinión pública y de gran parte de los propios sectores constitucionalistas, sin embargo la macabra exhibición no logró convencer a muchos de sus paisanos y correligionarios que hasta hoy consideran que Emiliano no fue muerto en la emboscada.
Primeros Años
Miembro de una humilde familia campesina, era el noveno de los diez hijos que tuvieron Gabriel Zapata y Cleofás Salazar, de los que sólo sobrevivieron cuatro.
En cuanto a la fecha de su nacimiento, no existe acuerdo total; la más aceptada es la del 8 de agosto de 1879, pero sus biógrafos señalan otras varias: alrededor de 1877, 1878, alrededor de 1879 y 1883.
Emiliano Zapata trabajó desde niño como peón y aparcero y recibió una pobre instrucción escolar en la escuela de la aldea recibiendo una educación limitada de su maestro, Emilio Vara. A los 16 años perdió a su madre y 11 meses más tarde, a su padre, y tanto él como su hermano mayor Eufemio Zapata heredaron un poco de tierra y unas cuantas cabezas de ganado, legado con el que debían mantenerse y mantener a sus dos hermanas, María de Jesús y María de la Luz.
Su hermano Eufemio vendió su parte de la herencia y fue revendedor, buhonero, comerciante y varias cosas más. En cambio, Emiliano permaneció en su localidad natal, Anenecuilco, donde, además de trabajar sus tierras, era aparcero de una pequeña parte del terreno de una hacienda vecina. En las épocas en que el trabajo en el campo disminuía, se dedicaba a conducir recuas de mulas y comerciaba con caballos.
El líder Zapata
En 1902 ayudó a las personas del pueblo de Yautepec (Morelos) que tenían problemas con el hacendado Pablo Escandón, acompañándolos a ciudad de México para exigir que se les hiciera justicia. En 1906 asistió a una junta de campesinos en Cuautla, para discutir la forma de defender frente a los hacendados vecinos las tierras del pueblo. Como represalia, en 1908 se vio forzado a incorporarse al noveno regimiento de Cuernavaca, forma de castigo, a la que se le conocía como leva, y que era frecuente durante el porfirismo.
En 1909, una nueva ley de bienes raíces amenazaba con empeorar la ya de pos sí precaria situación de los campesinos de Morelos. En septiembre del mismo año, los alrededor de cuatrocientos habitantes de la aldea de Anenecuilco, fueron convocados a una reunión clandestina para hacer frente al problema; se decidió renovar el concejo municipal, y se eligió como nuevo presidente a Emiliano Zapata.
Tenía entonces treinta años y un considerable carisma entre sus vecinos por su moderación y confianza en sí mismo; pasaba por ser el mejor domador de caballos de la comarca, y muchas haciendas se lo disputaban. Como presidente del concejo, Zapata empezó a tratar con letrados capitalinos para hacer valer los derechos de propiedad de sus paisanos; tal actividad no pasó desapercibida, y posiblemente a causa de ello el ejército lo llamó a filas. Tras un mes y medio en Cuernavaca, obtuvo una licencia para trabajar como caballerizo en Ciudad de México, empleo en el que permaneció poco tiempo.
De regreso a Morelos, Emiliano Zapata retomó la defensa de las tierras comunales. En Anenecuilco se había iniciado un litigio con la hacienda del Hospital, y los campesinos no podían sembrar en las tierras disputadas hasta que los tribunales resolvieran. Emiliano Zapata tomó su primera decisión drástica: al frente de un pequeño grupo armado, ocupó las tierras del Hospital y las distribuyó entre los campesinos. La atrevida acción tuvo resonancia en los pueblos cercanos, pues en todas partes se daban situaciones similares; Zapata fue designado jefe de la Junta de Villa de Ayala, localidad que era la cabeza del distrito al que pertenecía su pueblo natal.
Reunió un ejército de peones, la mayoría de ellos indígenas de Morelos, y con “Tierra y Libertad” como grito de guerra pasó a formar parte en 1910 de la Revolución Mexicana de Francisco I. Madero, que pretendía acabar con el régimen de Porfirio Díaz. Zapata comenzó su guerrilla en marzo de 1911, tomaron Jojutla, Chinameca, y sitió Cuautla que estaba defendida por los porfiristas. Más tarde tomó Cuernavaca.
Tras la caída de la dictadura de Porfirio Díaz, y ya durante la presidencia interina de León de la Barra, surgieron prontamente las discrepancias entre Zapata, quien reclamaba el inmediato reparto de las tierras de las haciendas entre los campesinos, y Francisco Madero, que por su parte exigía el desarme de las guerrillas. Finalmente, Zapata aceptó el licenciamiento y desarme de sus tropas, con la esperanza de que la elección de Madero como presidente abriera las puertas a la reforma.
La fallida revolución mexicana
Pese al triunfo revolucionario, buena parte de la maquinaria del régimen seguía en manos de antiguos porfiristas (comenzando por León de la Barra), que ocupaban altos cargos en la administración y en el teóricamente vencido ejército. Cuando, en julio de 1911, gran parte de los zapatistas habían entregado las armas, empezó el acoso del ejército sobre los campesinos y luego sobre el propio Zapata, que escapó por poco a su detención; a lo largo de aquel verano, las tropas gubernamentales echaron por tierra la obra de Zapata, pero su acción unió en su contra a los campesinos que, tomando de nuevo las armas, recuperaron posiciones y resultaron a la postre fortalecidos.
En noviembre de 1911, Francisco I. Madero resultó elegido y accedió a la presidencia (1911-1913). Zapata esperaba que el nuevo gobierno asumiría sus compromisos en materia agraria; pero Madero, sometido a la presión del ejército y de los sectores reaccionarios, hubo de exigir de nuevo la entrega de las armas.
No, señor Madero. Yo no me levanté en armas para conquistar tierras y haciendas. Yo me levanté en armas para que al pueblo de Morelos le sea devuelto lo que le fue robado. Entonces pues, señor Madero, o nos cumple usted, a mí y al estado de Morelos lo que nos prometió, o a usted y a mí nos lleva la chichicuilota.
Emiliano Zapata
Ante el fracaso de nuevas conversaciones, Zapata elaboró en noviembre del mismo año el Plan de Ayala, en el que declaraba a Madero incapaz de cumplir los objetivos de la revolución (particularmente, la reforma agraria) y anunciaba la expropiación de un tercio de las tierras de los terratenientes a cambio de una compensación, si se aceptaba, y por la fuerza en caso contrario. Los que se adhirieron al plan, que eligieron como jefe de la revolución a Pascual Orozco, enarbolaron la bandera de la reforma agraria como prioridad y solicitaron la renuncia del presidente.
El resultado de ello fueron nuevos y continuos enfrentamientos armados; las fuerzas gubernamentales obligaron a Zapata a retirarse a Guerrero; el gobierno controlaba las ciudades, y la guerrilla se fortalecía en las áreas rurales. Pero ni la brutalidad inicial ni los gestos reformistas encaminados a restarle apoyo lograrían debilitar el movimiento zapatista.
Traiciones a mansalva
Atrapado entre los revolucionarios agraristas y los porfiristas reaccionarios, e incapaz de satisfacer a nadie, el presidente legítimo difícilmente podía sostenerse durante mucho tiempo. Madero cayó víctima de la traición de un antiguo militar porfirista, Victoriano Huerta, general de su confianza prestigiado por su victoria sobre Pascual Orozco. En febrero de 1913, con el apoyo de Estados Unidos, Huerta derrocó a Madero (al que mandó ejecutar junto con el vicepresidente José María Pino Suárez) e instauró una férrea dictadura contrarrevolucionaria (1913-1914). Con Huerta en el poder, los ataques del ejército gubernamental sobre los zapatistas se recrudecieron, pero sin éxito. Nombrado jefe de la revolución en detrimento de Orozco, que había sido declarado traidor, Emiliano Zapata frenó la ofensiva huertista y fortaleció su posición en el estado de Morelos.
Mientras tanto, en el resto del país, la traición del usurpador Huerta suscitó el unánime rechazo de los revolucionarios. El gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza, se erigió en el líder de los constitucionalistas, cuyo primer objetivo era expulsar a Huerta y restablecer la legalidad constitucional; Carranza obtuvo el apoyo de Pancho Villa, que lideraba a los revolucionarios agraristas del norte. Entre ambos lograron derrotar a Victoriano Huerta en julio de 1914.
El apoyo de Zapata había sido más tácito que efectivo, pues exigía a Carranza la aceptación del Plan de Ayala, que no llegó a producirse. Por otra parte, las campañas contra Huerta habían provocado numerosas fricciones entre figuras de tan distinto ideario y condición como Venustiano Carranza, un político procedente de la abogacía, y Pancho Villa, un popular bandolero convertido en revolucionario. Vencido Huerta, el país quedaba en manos de tres dirigentes escasamente afines.
Venustiano Carranza aspiraba a asumir la presidencia y continuar la labor reformista de Madero. Consciente de las dificultades, convocó una convención en busca de acuerdos, pero sólo logró unir, momentáneamente, a los agraristas: en la Convención de Aguascalientes (octubre de 1914) se concretó la alianza de Zapata y Pancho Villa, representantes del revolucionarismo agrario, contra Carranza, de tendencia moderada.
Así pues, Emiliano Zapata se unió con Francisco Villa y ambos reconocieron a Eulalio Gutiérrez como presidente provisional de México, no así el encabezado por Venustiano Carranza, lo que provocó la continuación de la guerra civil. A finales de noviembre de 1914, la poderosa División del Norte y el Ejército Libertador del Sur entraron en la Ciudad de México. Carranza no tuvo más remedio que abandonar la recientemente ocupada Ciudad de México y retirarse a Veracruz, donde estableció su propio gobierno.
Zapata se retiró a Morelos y concentró su acción en la reconstrucción de su estado, que vivió dieciocho meses de auténtica paz y revolución agraria mientras luchaban villistas y carrancistas.
El aporte de algunos intelectuales, como Antonio Díaz Soto y Gama y Rafael Pérez Taylor, dio solidez ideológica al movimiento agrarista, y ello permitió a los zapatistas organizar administrativamente el espacio que controlaban. En este sentido, el gobierno de Zapata creó comisiones agrarias, estableció la primera entidad de crédito agrario en México e intentó convertir la industria del azúcar de Morelos en una cooperativa. William Gates, enviado de Estados Unidos, destacó el orden de la zona controlada por Zapata frente al caos de la zona ocupada por los carrancistas.
El ocaso de Emiliano
En 1916, una vez que Venustiano Carranza se había instalado en la Ciudad de México y que Francisco Villa hubiera sufrido serias derrotas por parte del ejército de Álvaro Obregón, Carranza dispuso la ofensiva contra el zapatismo, al mando de Pablo González Garza. Con apoyo incluso de la aviación del ejército, Cuernavaca fue ocupada por los constitucionalistas en mayo y, aunque regresó efímeramente a manos de los zapatistas, quedó definitivamente en su poder el 8 de diciembre de ese mismo año. Ante la carencia de armas y ya sin el apoyo villista, en muy poco tiempo casi todas las poblaciones del estado quedaron en poder de los constitucionalistas. En 1917, Zapata, lanzando una contraofensiva, reconquistó Jonacatepec, Yautepec, Cuautla, Miahuatlán, Tetecala y Cuernavaca.
En marzo expidió la ley administrativa para el estado, reabrió escuelas, creó instituciones para reiniciar la producción de alimentos del campo y continuó la guerrilla en zonas periféricas y de frontera. Sin embargo, en octubre del mismo año entró a Morelos el general Pablo González Garza, apoderándose del territorio. Para 1918, Emiliano Zapata era, al igual que Francisco Villa lo sería en 1920, un guerrillero con poco futuro, pues ante las constantes batallas y lo escaso de las municiones, la muerte de los cabecillas y la ley agraria de Carranza, que apaciguó la causa suriana, su movimiento, indudable manifestación del descontento campesino, no llegó a consolidarse como una verdadera organización político-militar. Siendo una rebelión de masas campesinas, se limitó a realizar su guerra de guerrillas a partir de 1918.
El 10 de abril de 1919, Emiliano acampó con sus fuerzas a las afueras de la hacienda de Chinameca, Morelos, y se acercó a la misma acompañado únicamente por una escolta de 100 hombres. Al cruzar el dintel, un ordenanza apostado a la entrada, tocó con su clarín la llamada a honores. Esa fue la señal para que los sicarios, escondidos en las azoteas, abrieran fuego contra Zapata, matando al hombre y dando vida a la leyenda del apóstol de la revolución y símbolo de los campesinos desposeídos.