Con mi bohemia de siglos,
al filo de mi guitarra,
con ese gran corazón
de la gente provinciana
que a veces es un suspiro,
y a veces es una brasa.
Con las ubérrimas costas,
policromas pinceladas
sobre el verdor esplendente
que tapiza la comarca.
Con los enormes cantiles
de una sierra milenaria
testigo de mil afanes,
y foro de mil hazañas.
Con la grandeza de un pueblo
que finca sus esperanzas
en las opimas cosechas
que de los surcos levanta.
Y esta pasión desmedida
que no cabe en mis entrañas…
¡Voy a cantarle a Santiago
mi pasión en asonancias!
Santiago de mis ayeres,
de mis hoy, de mis mañanas,
he venido hasta tu feria
para remendarme el alma,
con el hilo milagroso
de tu alegría provinciana.
A llenar sin escatimo
de aire puro, mis entrañas,
a recorrer tus caminos
tapizados de nostalgias,
a percibir los rumores
de las turbulentas aguas
del Santiago, que se antoja
un potro cerril en brama.
A solazarme en tu suelo,
pensil de gratas fragancias,
que es una página hermosa
sacada de un cuento de hadas.
¡A eso he venido Santiago
a tu feria provinciana!
Viene retumbando el río
con su infatigable marcha,
trae lamentos de llovizna
y aromas de madrugada;
viene cruzando los campos
tarareando una tonada,
como potro en pleno trote
luciendo sus arrogancias.
Peregrino inagotable,
racimo de espuma y agua,
el Santiago, es un concierto
repujado de asonancias.
Cerro de la Cruz, coloso
que a los cielos se levanta,
vigilante sempiterno
de tres millares de casas,
que rodean su talle esbelto
o trepan sobre su enagua.
Promontorio milenario,
testigo de mis andanzas.
refugio de gente humilde
cuando el Santiago anda en brama;
dicen, que dice la gente
que en ese cerro, descansa
un dragón de tres cabezas
que asolara a la comarca.
Santiago rompe su feria
al son de una serenata,
desbordando por sus calles
un enjambre de comparsas.
La estridencia y la alegría,
amapolas desveladas
se dan cita a media noche
en el jardín de la plaza.
Del Juárez parte el bullicio
con estruendo y algazara,
rompiendo en su recorrido
la quietud acostumbrada.
¡Feria que nace a la vida
con la alegría provinciana!
Santiago, llegué a tu feria
con la frescura del alba,
para cumplir un anhelo
que me taladraba el alma.
Para pasearme en tu suelo
que huele a tierra mojada,
para recorrer tus vegas
de maíz, tabaco y caña,
y sobre el verdor del campo,
en un concierto de amapas,
mecer mi extenuado cuerpo
en el vaivén de una hamaca.
Tu nombre es una canción
que me brota desde el alma.
Una muchacha risueña,
morena, de piel tostada,
que voluptuosa se acuesta
en la seda de la playa.
Es una ardiente caricia
sobre una boca de grana.
Tu nombre, Santiago Ixcuintla,
es un puño de nostalgia
que convertida en rocío
se cuelga de mis pestañas.
Santiago Ixcuintla, tu eres
una cálida mañana,
el pulso de un gran artista,
el que con ingenio y gracia,
en el barro nayarita
supo cincelar tu cara.
Santiago de mis ayeres,
de mis hoy, de mis mañanas,
he venido hasta tu feria
Para remendarme el alma,
con el hilo milagroso
de tu alegría provinciana.
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