por: César Delgado Martínez.
Tepic, Nayarit. De pronto. Todo se derrumba. En medio de las predicciones de varias muertes del Ballet Independiente (BI), fundado por Raúl Flores Canelo (Monclova 1929-México, D.F. 1992) en 1966, la compañía se niega a fenecer.
El del habla estaba convencido que después de los problemas vividos por el BI, en lo administrativo, laboral y artístico, a la muerte de “El Canelo”, ya no daba para más.
En 2005 me atreví a ir al Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, a ver la compañía dirigida artísticamente por José Rivera.
Al salir de la presentación cerré la historia (así lo creí en ese momento) del otrora –para mí- “glorioso Independiente”. Sobre la función que vi guardé silencio. Nada quise escribir. Seguro estaba que ya no se levantaría.
Me cuesta trabajo reconocerlo, pero Magnolia Flores –a los 84 años de edad- nos demuestra que con pasión, fuerza y amor todo se logra. Después de que Rivera abandonó el BI en 1993, en tres años pasaron por la dirección artística al menos cinco maestros.
Volvió José Rivera. Su mano certera y su pasión por la danza contemporánea, hace que el BI (12 bailarines dividido equitativamente entre hombres y mujeres) se muestre como una compañía joven, fresca, vital, que es capaz de interpretar el humor y la interioridad del ser humano que siempre buscó, entre otras cuestiones, el maestro Flores Canelo, expresado a través de dos piezas: “Áureas” (1987) y “De aquí de allá y acullá” (1989), interpretadas en la plaza principal de Tepic, el domingo pasado, en que el H. Ayuntamiento de la capital nayarita festejó el Día Internacional de la Danza, con el trabajo eficiente y organizado del Instituto de Arte y Cultura a cargo de Luis Alberto Bravo.
Sobre los montajes de las piezas coreográficas de Raúl Flores Canelo por parte de José Rivera, lo hablaré en otro momento.
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