En pocos años José Inés Enriquez Ledesma, director del Consejo Estatal para la Cultura y las Arte de Nayarit, CECAN, se convirtió en un funcionario, que además de ser ignorante de las políticas culturales y los programas públicos, se ha dedicado a herir fuertemente a sus adversarios, por los cuestionamientos que le hacen a su mal proceder al frente de tan noble institución. Envilecida por un personaje tan obscuro y obtuso como él.
Parece ser que la lista más extensa de trabajadores de la cultura, que se opusieron (o nos opusimos) al cierre de la Secretaría de Cultura y a las majaderías y poca capacidad de servicio público de la flamante magistrada Catalina Ruiz Ruiz, llevada a ese cargo por el Gobernador Roberto Sandoval Castañeda, somos víctimas de la guerra fría de Enríquez Ledesma.
Los casos son variados. Algunos no se han hecho públicos, pero de toda forma, han afectado a creadores, y curiosamente jóvenes, porque Enríquez actúa de una manera como si fuera un “viejo”, como algunos de los que vive rodeado y se dedican públicamente a ensalzar la “gran obra” de Enríquez y Catalina, por ejemplo el presidente de la Crónica Nayarita, quien no posee el más leve sentido de la ética profesional y de la objetivad e imparcialidad de la historia.
Los jóvenes en lugar de contar con espacios sólidos, profesionales, democráticos, libres y plurales, para su formación en las diversas manifestaciones, reciben “castigos” por no ser “obedientes y callados” y decir lo que piensan. Lo más valioso de las nuevas tendencias del arte en Nayarit, no es apoyado. A menos de que sean “calladitos”. Y en algunos terrenos, los brotes de los nuevos caminos de la danza no se conocen.
El caso más reciente, en el que José Inés Enríquez pone una vez más sus debilidades en el mando de la institución del desarrollo cultural oficial nayarita. Ofende y atenta contra un grupo de teatro. A que su director el joven talentoso Juan Alberto Sánchez defendió, haciendo uso de su derecho a la libertad de expresión. Pero en vez de meter orden Enriquez permitió que un empleado del CECAN amenazara al director del Ensamble Teatral TITUBA, Luis Alberto Bravo Mora, por medio de su hija menor de edad.
Me llena de terror enterarme de lo anterior. Nayarit vive un momento delicado. El Fiscal General del Estado, está preso en Estados Unidos, acusado de algunos delitos. La ciudadanía ha empezado a abrir la boca, para denunciar delitos terribles. Amenas, despojos de bienes y no sé cuántas cosas más. En uno de los casos, presentados por la Comisión de la Verdad, en el H. Congreso de la Unión, salió a relucir el notario Luna, consorte de Catalina Ruiz Ruiz.
Me uno a la voz de los trabajadores de la cultura que exigen respeto a su trabajo y a sus vidas, porque el maestro Bravo hace responsable a Enriquez de lo que le pueda pasar a sus hijas, a su esposa, a su familia, colaboradores, alumnos y actores.
En medio de la Muestra Estatal de Teatro, es vergonzoso que esto suceda. Así como es vergonzoso que jóvenes estudiantes de arte y trabajadores de la cultura, no asuman una posición clara. Aunque es obvio, que el que calla otorga. Seguramente con su silencio piensan ganar becas, premios y apoyos económicos. ¿Será eso lo que les enseñamos los mayores?
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