A la memoria de José Guadalupe Montes
Voy a escribir un romance
que rime con este duelo
por quien marcó mi existencia
como al hierro marca el fuego,
que conocí cuando niño
en la feria de mi pueblo.
Lo escuché cantar un tango
y lo oí decir un verso,
fue tan grande mi emoción
que sentí apretado el pecho,
y dos lágrimas intrusas
mis mejillas recorrieron.
José Guadalupe Montes:
ayer nos dejaste huérfanos,
cesó el trino de tu voz
y es tan pesado el silencio,
que es loza que nos oprime
el corazón y el cerebro.
Apenas te fuiste ayer
y no nos diste el secreto
para poder subsistir
sin escuchar tus consejos.
Evoco la vez primera
que nos tocó conocernos…
Centro Cultural Itzcuintla
de gratísimos recuerdos,
fue el año 66
del siglo XX por cierto,
si mi memoria no falla
fue por el mes de febrero.
Mis rimas eran romances,
las tuyas eran sonetos,
y esa noche intercambiamos
entre los dos nuestros versos.
Desde ahí nuestra amistad
con los años fue creciendo,
nuestro fraternal cariño
al igual que el vino añejo
alcanzó la madurez
con el transcurso del tiempo;
aunque hubo, como entre hermanos,
encuentros y desencuentros,
y como en toda familia
siempre el perdón fue el remedio.
Fueron tantas aventuras,
tantos felices momentos
en que tuvimos la dicha
de compartir pensamientos,
que se me antoja imposible
encerrarlos en un verso.
Nuestro Centro Cultural
fue importante semillero
de artistas y de poetas,
de escritores y bohemios
e infinidad de personas
de singulares talentos.
Centro Cultural “Itzcuintla”,
su fundación fue un acierto
de Jesús Arreola Robles
líder de ese movimiento
que tanta satisfacción
nos dio al transcurso del tiempo.
Hoy recuerdo con nostalgia
a muchos que fueron miembros:
Raúl Rolón, Dulce Flores,
Juana, Mireya, Cornelio,
las Meléndez, Pancho Franco,
Sergio Venegas, Cordero,
Gregorio y Sergio García
y otros excelentes miembros.
Ahí conocí a la dama
de la que soy compañero,
hemos compartido juntos
medio siglo, el mismo techo.
Evoco el debut teatral
de nuestro glorioso Centro
gracias a Enrique Arellano
y a su “Cuarto Mandamiento”,
un drama corto en un acto
que su autor escribió en verso.
Y tras una temporada
“Amor Indio” vino luego,
y “cita a los 25
años” fue después estreno
que igual que en las anteriores
el éxito fue su premio.
Defendiendo en el 70
al buen cura don Demetrio
escribimos una farsa
y estrenamos: “Los Cristeros”,
incómoda para algunos
notables de nuestro pueblo,
que sintiéndose aludidos
boicotearon el estreno,
pero la farsa se impuso
causando mucho revuelo.
Don Julio y doña Petrita
de Ahualulco, se vinieron
para vivir en Santiago
y su hijo venía con ellos,
un joven adolescente
que, al año siguiente, empleo
consigue en Tabaco en Rama
un consorcio tabaquero
motor de la economía
del Estado y de mi pueblo.
Tu destreza natural,
lo singular de tu empeño
te hizo destacar temprano,
al inicio, en los planteos
y luego en tabaco de hornos
con Macías, el ingeniero,
del que fuiste, sin dudar,
su pupilo predilecto
al que en cuestión de tabacos
le dio todos sus secretos.
Tu vida es un paradigma.
Emulando a Amado Nervo
fuiste en terrenal jornada
de tu destino arquitecto…
Un ciudadano ejemplar,
un hijo amoroso y bueno,
artista sobresaliente
y venerable maestro
prodigando a manos llenas
cariño y conocimientos.
No quise ir a tu velorio
y menos a tu sepelio,
prefiero llorarte a solas
y abismarme en tus recuerdos,
o figurarme que viajas
si te busco y no te encuentro.
¡José Guadalupe Montes:
ayer me dejaste huérfano!
Tepic, Nayarit invierno de 2019
Fotografía de José María Castro Simental
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