Canción y poema a San Ignacio, Sinaloa

por: Octavio Campa Bonilla

Cantado

Es san Ignacio un municipio
que dio cobijo a mi corazón
y hoy los recuerdos son el principio
y el fundamento de esta canción.

Murmura el Piaxtla y va el torrente
besando piedras con su caudal,
y la nostalgia, cruzando el puente,
en mis pupilas se vuelve sal.

Domado el río, a Tayoltita
la caravana solía viajar,
cruzando vados mi alma palpita
igual que el Piaxtla, que viaja al mar.

Dimas, El Chaco y Tepehuajes,
AJoya, El Carmen y San Javier,
evoco siempre esos parajes
que cual tesoros guardó el ayer.

Hablado

¡Ay! pueblo de recuerdos,
mi paladar y mi lengua
se volvieron sibaritas
entre antojos y entre fiestas.

Como añoro el jamoncillo,
los coricos, la cajeta,
el pinole, las gorditas,
el asado, la cazuela,
las picadas con asientos,
el colache y las arepas.

El rocío tras el recuerdo
de mis pupilas se adueña,
el suspiro se me escapa
y la garganta se quiebra,
por la infinita nostalgia
de no encontrarme en mi tierra.

He de volver San Ignacio
al final de la Cuaresma,
será un sábado de Gloria
cuando el pueblo está de fiesta,
y en que miles de paisanos
a su terruño regresan.

Llegaré por El Cantón
cuando el sol, en plena hoguera
este besando Los Frailes
con sus caricias que queman.

La panga de Santos Ríos
me llevará a la ribera
del Piaxtla, al que quiero tanto
desde mis días de inocencia.

Iré a bailar a La Nanchi,
el salón r de Don Esteban,
e igual que cuando era un plebe
soltaré a mi alma las riendas,
y en la potranca retinta
de Don Amadeo Zazueta,
he de recorrer tus calles
empedradas de leyendas.

He de volver, San Ignacio,
de mi espíritu querencia,
con un puñado de versos
sonoros como monedas,
volverá sólo mi cuerpo,
ya que mi alma, allá se encuentra,
a desatar la palabra
que ayer se anudó a mi lengua.

Volveré para decirte
lo que callé por torpeza,
lo que no acaté a expresarte
las tibias tardes bermejas
en que viví tan feliz
bajo tu manto de estrellas.

Volveré porque me llama
la lluvia al golpear las tejas,
los murmullos del Colompo
cuando va besando piedras,
el fresco aroma de jarro
al empaparse la tierra,
y una legión de recuerdos
que danzan en mi cabeza.

Volveré para gritarte
con el caudal de mis fuerzas:
¡San Ignacio Sinaloa,
mil veces bendito seas!

Cantado

El San Ignacio de la batanga
con la llegada por El Cantón,
es bello puente, y hoy es la panga
dulce suspiro y evocación.

El San Ignacio de aquellos días:
libro dorado, página impar,
hoy es angustia, melancolía,
y enorme prisa por regresar,
como paloma, el alma mía,
hasta tu suelo quiere volar.


 

Octavio Campa Bonilla
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