Una singular mascota

Cuando llegó a nuestro hogar
era una manchita negra
que el hueco de mis dos manos
no lo llenaba siquiera.
Un trocito de carbón
con una blanca pechera,
dos capulines por ojos
y unas enormes orejas.

Yo les propuse que “Dolly”
le llamaran a la prieta
pues dos muy buenas razones
respaldaban mi propuesta.
Tuve en mi añorada infancia
en la costa solariega,
un ser con quien compartí
sueños, alegrías y penas,
una preciosa mascota,
invaluable compañera,
a la que yo y mis hermanos
adoramos sin reserva.

Pero existía otra razón
justa, como la primera,
la minúscula criatura
tenía cara de muñeca.

Desde el instante primero
que cruzara nuestra puerta
fue el centro de la atención,
nadie opuso resistencia
a la infinita ternura
que irradiaba la pequeña.

Y siendo un animalito
fue por unánime encuesta
un miembro de la familia
con prerrogativas plenas.
Además de sus parientes
caninos, tuvo la prieta
cuatro padres, una hermana.
bastantes tíos y a su cuenta
sumó primos y vecinos
y de paso hasta una abuela.

Era una niña malcriada,
pienso que más de la cuenta,
era a un tiempo fina y brusca,
fuerte como una tormenta,
tenía la grácil figura
de minúscula gacela,
era tierna, sosegada,
y con más inteligencia
que muchos seres humanos,
aunque suene a impertinencia.

Era guardián de la casa
a pesar de ser pequeña,
y jugaba a la pelota
con tanta gracia y destreza,
que parecía un futbolista
de esos de primera fuerza.

Pero una aciaga mañana
la sombra de la tragedia
descendió sobre ese ser,
y no valieron recetas,
ni sus ansias de vivir
para librar la condena.

La tarde de mi cumpleaños
su alma canina dio cuenta
a Dios que es dador de vida,
y en una agonía serena,
en los brazos de mi hija
expiró sin una queja.

Campus Universitario
fue su morada postrera,
ahí bajaron sus restos
para abrazarse a la tierra,
y me dicen que reposa
en una verde pradera,
pero yo se que es mentira,
sé que vive en una estrella
y allá ladra, brinca, corre,
hace cabriolas y juega
con una hermosa pelota,
que Dios, regaló a la prieta
por su gracia, su talento,
su ternura y su nobleza.


 

Octavio Campa Bonilla
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Comments

2 respuestas a “Una singular mascota”

  1. Avatar de Sade Benítez
    Sade Benítez

    Es increíble como un ser de cuatro patitas es nuestro fiel compañero en buenas y malas. Como hasta sin hablar son capaces de consolar y bailar de felicidad a nuestro lado.
    Una mascota llega a una familia y forma parte de ella, es un miembro mas que nos alegra los días.
    El texto me provoca la nostalgia anticipada al saber que mis mascotas algún día ya no estarán más.

  2. Avatar de Rubi Ulloa
    Rubi Ulloa

    Las mascotas son los seres más leales que existen, lo importante que que pueden llegar a ser para una persona, en lo personal mi última mascota me marco, pues le tomé un gran cariño, y estaba muy apegado a él, lamentablemente fue atropellado por un carro.

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