Autor: Octavio Campa Bonilla

  • Extravagancias y trivialidades

    Extravagancias y trivialidades

     

    por: Octavio Campa Bonilla.

     

     

    En el remanso de un rio vivían dos bagres, que aunque distintos en sus puntos de vista, siempre habían estado juntos.

    El más bullicioso de ellos exclamo: ‘’Que placentera es nuestra vida, me siento inmensamente feliz de que seamos pescados’’.

    ‘’No somos pescados, somos peces’’ se adelantó a corregir el bagre juicioso.

    ‘’Siempre contradiciéndome y ridiculizándome, el pez lo serás tú, yo soy pescado y estoy feliz de serlo’’.

    Entre tanto, arribó al lugar un pescador furtivo, que lanzó su cuerda con anzuelo al hondable, logrando atrapar al inquieto e impertinente bagre.

    Su compañero con pesadumbre exclamó para sus adentros: ‘’pobre amigo mío, ahora comprenderá lo infeliz que es ser pescado’’ y se alejó nadando.

  • Un brindis por la vida

    Un brindis por la vida

    ¿Por qué me jubilé
    si amaba mi trabajo?
    Si era feliz poniendo en las labores
    mi esfuerzo cotidiano,
    si eran mi dicha inmensa
    las sonrisas y abrazos
    de tantos apreciables compañeros
    con quienes compartí
    las benditas fatigas del trabajo.

    ¿Luego entonces, por qué me jubilé?
    ¿Por qué dejé el refugio
    en que por largos años
    transcurrió lo mejor de mi existencia?
    lugar que ahora extraño
    si la nostalgia, a veces,
    me obliga a recordarlo.

    A gozar la pensión que yo disfruto,
    hoy sé cuales motivos me orillaron:
    el ímpetu de tiempos juveniles
    escapó de mi cuerpo
    sin poder evitarlo;
    me cansó la rutina
    de los últimos años;
    pero hay otro motivo poderoso
    para estar jubilado,
    y es que el trabajo consumía las horas
    y al hogar regresaba ya cansado…
    me privé de la risa de mis hijos,
    no los miré crecer, porque a su lado
    pasé muy poco tiempo,
    y eso jamás podré recuperarlo.

    Hoy que vivo el presente
    y es el tiempo mi aliado,
    yo soy el jefe en mi jornada diaria,
    soy el que distribuye los horarios,
    el que mira la vida con el júbilo intenso
    que solo dan los años.

    Y si no pude entonces
    otorgarle a mis hijos el tiempo necesario,
    hoy rodeado de nietos
    a los que adoro tanto,
    me prodigo en cariño y atenciones
    para abonar un poco
    a la deuda adquirida aquellos años.

    Hermanos entrañables,
    amigos jubilados:
    brindemos por la gloria de estar vivos,
    por la vida que el cielo nos ha dado,
    por la ventura de nuestras familias,
    por todo lo que amamos,
    y que Dios nos conserve
    saludables, felices,
    por muchos, muchos años.

     

    Octavio Campa Bonilla

  • Mujer: ayer, hoy y mañana

    Mujer: ayer, hoy y mañana

    por: Octavio Campa Bonilla.

    Con el alma preñada de soles fugitivos…
    con los ojos absortos de distancia
    que han quebrado mis pasos peregrinos
    para ver el milagro cotidiano
    en que el mundo se puebla de voces y de trinos…
    quiero elevar mi canto
    a la Musa perpetua que agigantan los siglos,
    a la Mujer, que es eje de la vida,
    domadora de penas, zanjadora de abismos,
    en cuyo pecho maternal se anida
    la fuerza avasallante del océano,
    y la dulce ternura de un suspiro.

    Quiero decir con un lenguaje nuevo
    troquelado en la fragua de mi sentir más íntimo,
    el tutelar respeto que me inspira
    ese ser que comparte mi destino,
    la Mujer abnegada que perpetuó mis sueños
    con el glorioso fruto de los hijos.

    La Mujer que a mi lado participa
    triunfos y sinsabores, pesares y suspiros,
    y en todos estos años, a mi vera
    se convirtió en baluarte por su ejemplar cariño.

    Y es que toda mujer lleva en el alma
    el designio sagrado de ser perpetuadora de la vida,
    y ayer, hoy y mañana danzan a un tiempo mismo
    al amparo de miles de alboradas
    instintos maternales
    que aletean en su espíritu.

    Ayer, canana al pecho acompañaste
    al “juan”, que Dios te señaló marido,
    y a un tiempo fuiste: enfermera, hermana,
    maestra, amiga, y madre de sus hijos,
    y creciste al fragor de los combates
    sin importarte penas, ni peligros.

    Después en la parcela
    con tu “juan”, trasformado en campesino,
    manos callosas de mujer mestiza
    aquel erial lo hicieron verde trigo,
    y ambos, hombre y mujer lucharon con la hacienda
    hasta lograr el parto del Ejido.

    Hoy, al lado del hombre vas trazando caminos
    y labras el mañana forjándote un destino,
    teniendo que bregar contra injusticias
    y con la incomprensión -que es negro abismo-
    porque habemos pigmeos
    que no queremos aceptar tu brillo.

    Eres Mujer, la pródiga parcela
    donde la Patria forjará a sus hijos,
    la fragua y el crisol, donde los pueblos
    modelan su destino…
    y siendo ayer, eres también mañana,
    porque ahora en tu vientre late un niño
    que habrá de transformar el universo
    cuando sea hombre, y el sudor bendito
    moje su noble frente
    en la fatiga diaria de su oficio.

    Tu abnegación Mujer, raya en lo estoico
    y por ello también en lo divino,
    tu tierno corazón se vuelve roca
    ya que no lo confunde ni el suplicio,
    y tu espíritu férreo está templado
    pues sabes bien que Dios mora contigo.

    Mujer: que el cielo premie tus afanes,
    yo tomo la palabra
    por los poetas todos que comparten mi oficio,
    y ayer, hoy y mañana,
    en todos los idiomas,
    desde el fondo del alma te bendigo.


    Octavio Campa Bonilla

  • Madre siempre

    Madre siempre

    Madre: cabal mención de cuanto existe,
    razón de ser de lo que alienta vida,
    oración que es salmodia repetida
    por todo aquel al que la pena embiste.

    Madre: dolor que todo lo resiste,
    Madre: piedad que todo lo convida,
    Madre: perdón que toda ofensa olvida,
    Madre: que con amor todo reviste.

    Madre en la soledad, en la agonía,
    en la felicidad, en el quebranto,
    Madre en el infortunio, en la alegría.

    La humanidad te debe tanto, tanto,
    que es quimera ceñir a una poesía
    el dolor infinito de tu llanto.


    Octavio Campa Bonilla

  • Calavera en pocas líneas

    Calavera en pocas líneas

    Octavio Campa Bonillapor: Octavio Campa Bonilla

     

     

    1
    El Diablo se fastidió
    por tantas impertinencias
    y en un panteón convirtió
    lo que fuera el Diligencias.

    2
    Le pregunté a la calaca:
    ¿en dónde radica el Ney?
    y me contestó la flaca:
    ¡vive fuera de la ley!

    3
    Daba atole sin tamales
    Pepe, en la Secretaría,
    y peticiones y males
    con el dedo resolvía.

    4
    Dijo la muerte tilica
    con una voz singular:
    “ya déjate de licar,
    te va a llevar la canica
    si no vuelves a picar”.

    5
    El Diablo con su tridente
    pisó a Roberto los callos
    al decirle en forma hiriente:
    “tu auditorio de la gente
    ya lo hiciste de caballos”.

    CONSEJO PRÁCTICO
    Si pretendes ser simpático
    y ser liberal y crítico,
    yo te recomiendo enfático:
    “no te metas a político,
    porque serás antipático
    cuando el hueso esté raquítico”.